DIARIO LA RAZÓN (07 de abril de 2003)

Un «arrepentido» de la Mafia identifica a los etarras que iban a comprar armas a la «Camorra» a cambio de droga

Raffaele Spinello reconoció a José Miguel Arrieta Llopis y a Gracia Morcillo como los enlaces de la banda con el «clan Genovese» La declaración la realizó el pasado 27 de marzo en Roma ante un fiscal de la Audiencia Nacional

Los etarras José Miguel Arrieta Llopis, alias «Kócteles», y Gracia Morcillo Torres, han sido reconocidos fotográficamente como los enlaces de la banda terrorista con el clan mafioso de los «Genovese» de la «Camorra» napolitana. El reconocimiento, en presencia de representantes de la Justicia italiana y de la Fiscalía de la Audiencia Nacional, fue efectuado por el «arrepentido» de la mafia Raffaele Spinello, el pasado 27 de marzo, en las dependencias de la División Nacional Antimafia, en Roma. Spinello, en manifestaciones a las que ha tenido acceso LA RAZÓN, señaló que la banda criminal española pretendía comprar armas a la organización delictiva italiana y que el pago se debería realizar con drogas.

F. Velasco/ J. M. Zuloaga / J. Prats - Madrid.-
El citado reconocimiento fotográfico, que, según fuentes antiterroristas consultadas por este periódico, marca un hito en la investigación de la relación de ETA con la Mafia, es consecuencia de las pesquisas que la Fiscalía de la Audiencia Nacional inició tras tener conocimiento de la declaración que realizó Raffaele Spinello en dependencias de la Dirección de distrito Antimafia de Nápoles, sobre cuyo contenido informó LA RAZÓN en exclusiva el pasado 16 de septiembre.
   En aquella declaración, el «arrepentido» señaló que miembros de ETA se habían puesto en contacto con el «Clan Genovese» con el fin de comprar armas, en concreto lanzamisiles y explosivos.
   Para el pago de esas armas, el clan mafioso exigía la entrega de cocaína y hachís, ya que disponía de heroína, procedente de Turquía, Pakistán y Uzbekistán.
   En función de la calidad de la droga que entregaran los etarras se fijaría el precio de las armas.
   Una vez que la Fiscalía de la Audiencia Nacional recibió la traducción autentificada de las manifestaciones de Spinello, abrió diligencias y solicitó la cooperación de agentes especializados de la Guardia Civil.

Comisión rogatoria a Roma

El pasado 27 de marzo, un representante de dicha Fiscalía, a quien acompañaban dos oficiales del Servicio Central de Información de la Benemérita, se desplazaron a Roma en comisión rogatoria para ampliar la declaración de Spinello.
   La Fiscalía pretendía, ante todo, que el «arrepentido» identificase fotográficamente a los miembros de ETA que actuaban como enlaces con el clan mafioso y que había citado en su anterior declaración. Para ello, llevaban las fotografías de numerosos miembros de la banda.
   En la declaración de Raffaele Spinello, que se realizó a partir de las 11,30 de la mañana, estaban presentes, además del representante de la Fiscalía de la Audiencia Nacional y los dos oficiales de la Guardia Civil, un juez y un fiscal italianos así como el abogado defensor del «arrepentido», Sergio Luceri, del Foro di Lecce. Spinello reconoció, sin ningún género de duda, a José Miguel Arrieta Llopis y a Gracia Morcillo Torres como los enlaces de ETA con la Mafia. Además, ofreció más datos que los que dio en su primera declaración sobre unas negociaciones de diez días de duración, que tuvieron lugar en un hotel de Milán con miembros del «Clan Genovese», según informaron a LA RAZÓN fuentes de la investigación. Durante estas reuniones, los etarras, que eran conocidos por los mafiosos como «la llave española», negociaron la adquisición de armas «de gran calibre», como lanzamisiles y explosivos ya que los fusiles de asalto no les hacían falta.

Denuncia ante el juez

Ante estos reconocimientos, la Fiscalía de la Audiencia Nacional tiene previsto presentar, en las próximas semanas, una denuncia contra Arrieta y Morcillo por los delitos de pertenencia a banda armada y depósito de armas para organización terrorista. También estudia la posibilidad de incluir en dicha denuncia el delito de tráfico de estupefacientes.
   José Miguel Arrieta Llopis, alias «Kueta», «Kócteles» y «Sagu», nació en San Sebastián el 10 de septiembre de 1960. En su día se benefició de la Ley de Amnistía de 1977.
   En 1981, cuando era conducido por la Policía tras ser detenido, saltó del vehículo y se arrojó por un terraplén. Aunque se escondía habitualmente en México, fuentes antiterroristas le relacionaban con el «aparato de logística» de la banda, para lo que realizaba algunos viajes, con documentación falsa, a Europa. Fue entregado por las autoridades aztecas el 17 de enero de 2000 y fue condenado por la Audiencia Nacional por asesinato. En la actualidad se encuentra, en primer grado, en el centro penitenciario de Jaén.
   Gracia Morcillo Torres, nacida el 15 de marzo de 1967 en San Sebastián, huyó a Francia en marzo de 1996, tras la detención del pistolero Valentín Lasarte Oliden. Las Fuerzas de Seguridad le vinculan a EKIN y creen que en la actualidad pertenece al «aparato de logística». Está incluida en la lista de terroristas más buscados aprobada por la UE en 2001.
   Fuentes jurídicas han subrayado la importancia que en esta investigación, desde el punto de vista de la agilización de los trámites, ha tenido Eurojust, organización europea de cooperación judicial, que fue impulsada por el entonces ministro de Justicia Ángel Acebes, hoy titular de Interior, y por Ignacio Astarloa, actual secretario de Estado para la Seguridad.
   La investigación de la Fiscalía de la Audiencia Nacional se inició en el segundo semestre de 2002 después de que la Dirección Nacional Antimafia de Italia pusiese en conocimiento de la Justicia española las confesiones del «arrepentido» de la «Camorra».
   Primera declaración
   En su primera declaración éste aseguró que dos chicas jóvenes, «correos» «españoles», «mandan la cocaína todas las semanas a los grupos criminales italianos; después llega una persona, una mujer, que representa al grupo, que recoge el dinero de las distintas familias y toma nota de más encargos». «Estas personas -añadió- vendían la droga y tenían necesidad de armas (...) porque preferían, bajando el precio de la droga, armas en vez de dinero». «¡Pero armas grandes! No les servían los kalashnikov, sino los lanzamisiles, las bombas...».
   Respecto a la mujer que contactaba con el «Clan» tras realizarse las entregas, que ahora ha identificado como Gracia Morcillo, Spinello recordó que la conoció en una reunión que tuvo lugar a principios de 1999 en un restaurante de Milán. Allí estuvieron presentes el dirigente del «Clan Genovese» Felice Bonetti, un tal Carmine Taccone, la mujer y sus guardaespaldas. «Podría reconocerla si la viera», dijo entonces. «Estuvo invitada por Bonetti en Montemarano, durante siete, ocho o diez días». Según él, se hacía llamar «María» o «Lucía», y puso de manifiesto que «era una mujer muy bella, bien vestida y de modos refinados». En el interrogatorio, la Fiscalía le preguntó de nuevo si había estado en alguna «negociación importante respecto a grandes cantidades de armas», y el «arrepentido» señaló que «con los españoles, con la señora española». El ex mafioso mantuvo que los etarras «sólo venden cocaína y hachís; la heroína llega de Turquía, de Pakistán y de Uzbequistán; de esta parte pueden suministrar la heroína y las armas, mientras que de esta otra, los de la ETA, la cocaína y el hachís». También dio detalles de la entrega de droga que realizaron los «correos españoles» y que motivó la reunión en Milán. «Felice Bonetti me dijo: me tienen que llegar ocho kilos de cocaína de España. Él la llamaba “ala de mosca” a la cocaína que tenía que llegar de España». «Tenía que ir a Milán a una cita en la zona militar, y dicha zona está cerca de Taccone. Tenía una cita en un hotel, en la provincia de Milán. (...) Llegaron dos correos españoles que tenían la droga (...); se trataba de dieciséis paquetes de medio kilo cada uno». Respecto a esta entrega, Spinello subrayó que Taccone llamó a Amedeo Genovese diciéndole «que la cocaína no era buena, que no era apta para su mercado, y que traería problemas». Por otra parte, aseguró que Bonetti le propuso ir a España «a formar parte de esta organización durante ocho o nueve meses; me traería a Italia cuatro o cinco mil millones (de liras), pero debería cometer actos terroristas».

Cita en un hotel de Milán

Aunque Raffaele Spinello ha ofrecido ahora más datos a la Justicia española sobre los contactos que mantuvo con ETA, en su primera declaración recordó que, a principios de 1999, participó en una reunión en un hotel de Milán en la que se negoció el pago en armas de una entrega de cocaína que dos «correos españoles» habían realizado semanas antes. La representante de ETA fue, según el ex mafioso, Gracia Morcillo Torres, que acudió a la cita con varios guardaespaldas.

Roto el mito de que la banda combatía el narcotráfico

J. P. /J. M. Z. /F. V. - Madrid.-
Una de las «banderas» que con más fuerza ha enarbolado ETA a lo largo de su siniestra historia es la de ser la organización que combatía, sin piedad, el narcotráfico. Los pistoleros se han presentado a sí mismos como una especie de paladines que luchaban sin cuartel para impedir que la juventud cayera en manos de «camellos» que, inducidos por las Fuerzas de Seguridad, pretendían inundar de droga el País Vasco.
   Con el conocido sistema de juzgar, sentenciar y ejecutar en un solo acto, tan propio de los terroristas, los etarras han asesinado a numerosas personas a las que acusaban de ser narcotraficantes. Daba igual que lo fueran o no. Bastaba que alguno de los numerosos chivatos que tiene la banda pasara la información de que una persona estaba relacionada con el mundo de la droga, para que fuera incluida en la lista de objetivos de los «comandos».
   ETA ha aparentado ser una organización «pura», absolutamente ajena al narcotráfico y dispuesta a erradicar esta lacra del País Vasco. Los hechos, sin embargo, según subrayan las fuentes antiterroristas consultadas por LA RAZÓN, han venido a confirmar lo que ya se sabía. Que es una organización mafiosa porque «¿hay algo más mafioso que cobrar a una persona dinero para no matarla, para protegerla de la amenaza que genera el supuesto protector ?».
   «Y las organizaciones mafiosas ¬agregan¬ terminan relacionándose con otras similares para los fines que les son comunes: la extensión del crimen. A los terroristas españoles no parece preocuparles que con la droga que debían entregar a la «Camorra», a cambio de armas y explosivos, se corrompiera a la juventud, incluida la vasca».