LOS ASESINOS DE ETA SÓLO REPRESENTAN AL 8 % DE LOS VASCOS O AL 0'4 % DEL TOTAL DE LOS ESPAÑOLES

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Sección de "LA VOZ DEL PUEBLO" - "LA VERDAD SOBRE E.T.A." utilizada exclusivamente por:

FELIPE MARTÍNEZ


Mis reflexiones sobre la situación del País Vasco

Carta a las Madres de la Plaza de Mayo

Cómo se fabrica un nacionalismo

Sepulcros blanqueados

La rana cocida


MIS REFLEXIONES SOBRE LA SITUACIÓN DEL PAÍS VASCO

(ESTÁ LLEGANDO LA REVOLUCIÓN)

(26/10/00)

     Justo al final del siglo XX, (para algunos ya el siglo XXI), no alcanzo a entender la razón de existir de los nacionalismos. Y mucho menos, la esencia del nacionalismo vasco.

     El nacionalismo es una línea continua donde se puede representar la intensidad del apego de una persona al terruño donde ha nacido. Desde aquél que simplemente presume de lo bello que es su pueblo, aunque a ojos de en forastero se perciba como un erial, a los que creen que han nacido en un paraíso no mancillable por la presencia de cualquier extraño indigno. Esto último es lo que se conoce como nacionalismo excluyente.

     Todo nacionalismo tiene algo de engaño, de distorsión de la realidad, pues el individuo nacionalista tiñe sus raíces, esencias, historia, tradición, cultura o paisajes de una superioridad inexistente. Y es que supongo que en el cerebro de toda persona quedan resquicios fisiológicos que movilizan comportamientos y generan mecanismos propiciadores de esta distorsión cognitiva, llevando al individuo a actuar de manera ciega por mucho que los estímulos provenientes del exterior le indiquen que la realidad es otra bien distinta.

     Estos mecanismos forman parte intrínseca del género humano. Muchas veces pasan desapercibidos porque no se desarrollan. Y a medida que la persona crece en sabiduría, libertad y apertura de miras, estos resortes ancestrales son suplidos, como diría un fisiólogo, por capas mas modernas del cerebro, es decir, por las funciones cognitivas superiores. Pero a veces el instinto, llamémosle así, nacionalista puede ser inflado, hipertrofiado, exaltado. Y, entonces, los instintos se imponen sobre la luz del raciocinio consciente y libre. Son los mismos mecanismos que permiten la existencia las sectas, los mismos mecanismos que posibilitaron el alumbramiento de la Alemania de Hitler, los que han impulsado a Milosevic a sus repetidos genocidios, los que llevan a los integristas islámicos a matar o mutilar a cualquiera que se salga de la norma, y son los que están llevando a una parte del pueblo vasco a construir un sinsentido instalado en una permanente distorsión de la realidad, haciéndole asistir complacido a la instauración del peor de los fascismos en sus propias narices.

     He aquí algunos de los resortes que son activados por el discurso nacionalista:

     La idea de la raza distinta y superior: La preservación de la raza pura, aislada de cualquier otro gen perturbador. Su origen debe estar, se supone, en el comportamiento egoísta de los genes, que están programados para su constante perpetuación.

     El sentimiento histórico: Percepción del pasado, de la tradición como elemento de identidad y cohesión de la tribu. La historia común presupone un destino común, como explicaba antaño José Antonio Primo de Rivera, creador del partido fascista Falange Española.

     Segregación y aislamiento excluyente: Todo el que no es como nosotros, debe mantenerse fuera. Sin duda, vestigio de los sentimientos tribales de expulsión violenta de los extraños que ayuda a la subsistencia de la tribu.

     Religión y dogmatismo: Uno de los sustratos necesarios en todo nacionalismo. Un compendio de creencias y dogmas que impregnan de ciega legitimidad cualquier comportamiento irracional.

     Para crear, entonces, un sentimiento nacionalista sólo hay que saber manipular adecuadamente, saber activar esos resortes que todos, de una u otra manera tenemos, aunque sea en estado latente. Demagogos, iluminados, personalidades mesiánicas y, en general, egos hinchados sedientos de soberbia, están especialmente dotados para movilizar estos mecanismos en lo mas profundo de muchas mentes, y con más fuerza cuanto menos estructuradas estén. Y si se elige el momento histórico oportuno, como el vacío despues de una dictadura o una fase de penuria económica, el resultado está asegurado. Así, las ideas nacionalistas prenden fácilmente en determinados colectivos mejor que en otros. Los adolescentes, mientras pasan el inevitable calvario de la búsqueda de su identidad, son los colectivos más fáciles para la demagogia y el lavado de cerebro. Y también mucha gente adulta con necesidad de agarrarse a algo, con ganas de llenar su vacío existencial, cultural o emotivo pone en resonancia sus mecanismos para entrar a formar parte de un colectivo que se deja guiar por cualquier iluminado, por muy loco que esté.

     Pero no todos los nacionalistas son ingénuos, necesitados o débiles mentales. En la génesis del nacionalismo hay tambien fuertes intereses:

     Interés de los sectores religiosos y, en particular, de la Iglesia Católica, que se ha caracterizado en los últimos tiempos por sembrar el gérmen nacionalista revolucionario en los países donde, en el fondo, lo que quería era preservar su existencia. Gran parte de la pobreza del tercer mundo tiene sus orígenes en las maniobras de determinados sectores de la Iglesia Católica, creando, por ejemplo, los famosos movimientos de liberación sudamericanos que no han sido sino, a la postre, verdaderas fábricas de miseria. Bien es verdad que la Iglesia Católica alberga en su seno todo tipo de tendencias, desde la más noble y altruista entrega a los demás hasta la más dañina y perjudicial siembra de cizaña. ¿Por qué? Sus razones tendrá, aunque esto debe ser objeto de un estudio aparte. Pero de lo que no cabe duda es de que alentar el nacionalismo es alentar la táctica del divide y vencerás, y siempre es mas fácil conquistar ideológicamente un terreno dividido.

     Otros intereses son los ligados a los políticos. La idea nacionalista puede dar votos, dotar de identidad y diferenciación al discurso del político, y si el nacionalismo es beligerante, si se tiñe de sangre, entonces la fuerza, la significación, está asegurada.

     Estos fenómenos aparecen claramente en el nacionalismo vasco. Es difícil entender cómo las peregrinas ideas de un pensador tan mediocre e intelectualmente limitado como fue Sabino Arana puedan haber persistido hasta nuestros días, y como pueden ser alentadas y mantenidas aun a sabiendas de lo zafio y retrógado de su discurso. Pero los intereses políticos y religiosos han hecho que se haya querido alimentar hasta nuestros días un fuego ideológico chabacano y vulgar, sirviéndose del mismo para dar soporte moral a una prácticas nazis y sanguinarias en las postrimerías del siglo XX.

     En lo que respecta al papel de la Iglesia en el nacionalismo vasco, de sobra es conocido cómo la iglesia vasca ha propiciado, alentado y perpetuado el mas sangriento fascismo de los últimos años en la europa occidental. Cobijando terroristas en los seminarios, elevándolos a la categoría de héroes luchadores por causas inventadas, oficiando funerales y exaltando en homilías a vulgares asesinos, sobre todo en los comienzos de la banda terrorista ETA, y tratándo el tema con una cuidada ambivalencia en los últimos tiempos en los que podían verse mas en evidencia. Pero, al final, el mensaje transmitido por la Iglesia ha quedado ahí, en gran parte de la sociedad, prendido de manera irracional en el subconsciente de muchos de los seguidores del ideal nacionalista, que todavía hoy dudan en condenar los cobardes asesinatos con un sí, pero… Como si en el fondo fuesen víctimas o libertadores de un pueblo oprimido.

     Los políticos tambien han sacado partido del nacionalismo terrorista. Nunca los gobernantes de una parte tan relativamente pequeña de un estado (2.5 millones de personas) podrían haber sido tan importantes de no haber existido las campañas de sangre. Arzalluz, en quien confluyen ambos intereses político-religiosos del nacionalismo, lo ha dicho claramente: a Euskal Herria no le interesa acabar con ETA. Es útil para sus fines. Gracias a ETA, la sociedad está hablando permanentemente de lo mismo. Se llega a convertir en la constante, aunque macabra, actualidad, en algo de lo que se habla y por lo que se negocia. Euskadi está siempre en boca de todos. Somos importantes. Y gracias a esta fuerza, gracias a esta permanente amenaza, se consiguen prebendas que no consiguen otras comunidades: autopistas, subvenciones, tratamiento fiscal de favor…

     Y así, poco a poco, se llega a una complicidad asesina. Impidiendo el fín de la barbarie, instalándose en la ambiguedad, dando balones de oxígeno cuando la existencia de la banda peligra, como pasó tras el asesinato de Miguel Angel Blanco. ETA existe hoy no porque tengan una estrategia o una operativa macabramente eficaz. Hoy ETA existe porque los actuales dirigentes del PNV quieren que exista, aunque sus votantes no lo hayan querido ver así de claro, y porque la Iglesia no ha condenado clara y tajantemente, sin ambiguedades, su existencia. Si ambas instituciones DE VERDAD se propusieran acabar con esta lacra, ETA no duraría seis meses más. Pero ambas instituciones lo saben y son maestras en la perpetuación del terrorismo. Con apoyos en los momentos adecuados, con silencios significativos en otros, con manifestaciones ambiguamente calculadas, con medias verdades y medias mentiras, siguen manteniendo el monstruo sanguinario. Y, seguramente, sin el menor remordimiento, pues el fín justifica los medios, aunque no se sepa muy bien en qué consiste dicho fín.

     Y es que el nacionalismo vasco camina en una continua huída hacia adelante. Hoy se ha hecho patente que los nacionalismos han caido en desgracia. Se ha demostrado que conducen a la nada, al vacío. Hitler debió sentir que hacía un gran favor a Alemania cuando la embarcó en el Nazismo. Arzalluz y sus seguidores tambien debieron pensar en algún momento que el pueblo les agredecería haberles embarcado en la ilusión nacionalista. Adaptando la historia a su discurso, acuñando nuevos dogmas, rescatanto aquel mediocre Sabino aun a sabiendas de su condición de hazmerreír ante cualquier mínimo tamiz intelectual.

     Todo esto no tendría mayor importancia si no hubiese muertos. Sería grotesco y no macabro. Pero los muertos impulsan aún mas la huida hacia adelante. Y es que el panorama futuro, el paraíso perseguido no se lo cree nadie. ¿Euskal Herria con Navarra y el País Vasco Francés? Los nacionalistas saben que eso es imposible. Como tambien saben que están forzando la creación de un estado del miedo, un estado de monopensamiento, una olla a presión ideológica que empieza a agrietarse por primera vez en muchos años. Y quieren evitar lo que saben: que el día que deje de haber miedo en el País Vasco la gente se decantará por lo que realmente quiere.

     El momento actual es, por tanto, crítico. El PNV ha metido a los vascos en un callejón con una angosta y peligrosa salida: una independencia ganada con la muerte y el miedo, que sin duda daría lugar a un egendro de sociedad, violenta, con una inestabilidad política y económica más que asegurada, con una total desertificación empresarial e ideológica y con una completa ausencia de cualquier tipo de pluralidad.

     Pero afortunadamente están surgiendo movimientos de resistencia contra la dictadura nacionalista que se pretende implantar en Euzkadi. Al igual que pasó con el franquismo, están creciendo movimientos clandestinos, grupos de resistencia que combaten esta nueva forma de fascismo contemporáneo. La historia empieza a repetirse. Con Franco, especialmente en los primeros tiempos de la dictadura, los fascistas campaban a sus anchas por la calle. Denunciaban, amenazaban, extorsionaban amparados en su camisa azul y su pistola bajo la chaqueta, mientras el gobierno de entonces se mostraba complaciente o miraba para otro lado. Igual que en el País Vasco hoy. Vestidos de jarrai, son los mismos perros, con la connivencia del PNV que sigue permitiéndolo o mirando para otro lado. Pero la sociedad está cansada. Por fin está diciendo basta. Y es que las dictaduras tienen, antes o después, el camino cortado. A fin de cuentas ¿cuánto duró el franquismo después de muerto Franco?. ¿Qué pasó con el Nazismo? ¿Y con Mussolini? ¿Qué ha pasado finalmente con las dictaduras comunistas?

     He aquí la razón de mi optimismo. Nada contra natura subsiste. Son como genes que no encuentran su hueco en el paisaje evolucionista y desaparecen. Cuando algo es inviable, no sucede. Aunque en algún momento pueda parecer lo contrario.

     Creo que en el País Vasco pasará lo que tiene que pasar. La sociedad creará sus grupos de resistencia, y el ansia de libertad, que es un resorte mas arraigado que los movidos por el nacionalismo, explotará. Aparte de la oposición reconocida, que ya aglutina la mayoría de los votantes, surgirán más y más movimientos clandestinos de oposición contra el manejo y la permanente intoxicación gubernamental, pues hoy en el País Vasco, la mejor manera de oponerse al régimen sin que a uno le marquen administrativamente o le maten, es operar en la clandestinidad. Permanecer oculto ante la Ertzaintza, ante el partido en el poder o ante los cobardes chivatos que van con el cuento a los pistoleros, es la manera mas probable de conservar la integridad física y, de paso, la profesional.

     Los jóvenes, incluso los infectados por el virus nacionalista, querrán saber finalmente la verdad de las cosas, y de igual manera que la evidencia científica venció al oscurantismo religioso de la Edad Media, la gente revisará los cuentos nacionalistas y los contrastará con los textos históricos serios y comprobados. Sabrán de verdad quién fue Sabino Arana y qué preconizaba; detectarán los manejos de los estamentos oficiales y buscarán fuentes de información no contaminada. Y quizá se pregunten por qué el Pueblo Vasco ha sido un pueblo en permanente opresión, primero por un dictador y después por una banda de asesinos jaleados por un puñado de dementes. Investigarán por qué la falta de libertad de los tiempos del dictador fue reemplazada por otra no menos feroz y manipuladora. Y se indignarán porque durante bastantes años el pueblo vasco no ha conocido la libertad, tal y como la están disfrutando sus vecinos, del norte, del sur, del este y del oeste. Todos menos ellos. Se indignarán cuando caigan en la cuenta de que su idílico país es el único en el que se mata por tener determinadas ideas, y caerán en la cuenta de que no había ninguna razón para vivir en el miedo, para dejarse dominar por unos cuantos violentos, por esos nuevos fascistas que han reemplazado la camisa azul por el pañuelo palestino. Vislumbrarán un paisaje de paz, libertad y armonía. Y maldecirán el día en el que un cura renegado con una soberbia sin límites les embarcó en esta locura.

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CARTA A LAS MADRES DE PLAZA DE MAYO

(27/10/00)

     Estimadas Madres de Mayo:

     Había oído hablar de una carta abierta que escribieron ustedes en respuesta al cierre del Diario Egin ordenado por el Juez Garzón, y confieso que la noticia me sorprendió bastante, por lo que decidí visitar su página web para ver si despejaba mis dudas. Inicialmente pensaba que la carta sería de felicitación hacia nuestro conocido juez. Pero en la web he descubierto, con sorpresa e indigación, no sólo el verdadero contenido de su documento por lo del Egin, sino otra carta que envían al "oprimido pueblo vasco" dándoles aliento para soportar la invasión y falta de libertad de la que están siendo objeto por parte del "opresor estado fascista español". Terminan su carta proclamando un ¡Euskal Presoak Euskal Herrira!

     La indignación que he sentido ante tamaña barbaridad me ha llevado a curiosear por algunos otros documentos que publican en la página, y no he dejado de sorprenderme al ver cartas y cartas de denuncia sobre muchos y variados temas, todos ellos en un lenguaje panfletario carente de cualquier indicio de un mínimo de seriedad intelectual. Mensajes huecos atufando a burdo partidismo y más burda manipulación.

     Tengo que reconocer que alguna vez las he visto a ustedes en alguno de los programas de televisión en España, y su causa siempre me ha conmovido hondamente, pues ver un colectivo de madres a los que un régimen fascista les ha arrebatado sus hijos es algo muy duro. Por eso mismo, cuando leo sus alegatos sobre el País Vasco, me quedo absolutamente perplejo.

     Permítanme hacerles llegar mi opinión sobre lo que les lleva a ustedes a emitir semejantes perlas literarias. Creo que ustedes se movilizaron inicialmente por la causa más noble y legítima que pueda existir, pero han degenerado en una especie de deber por opinar de cualquier cosa de actualidad sin el menor atisbo de base sobre información real. ¿Cómo se puede ser tan inculto como para desconocer que, de verdad, en el País Vasco se está instalando un fascismo nacionalista excluyente, que ampara los peores asesinatos, los más cobardes, que ha arrebatado a centenares de madres como ustedes a sus hijos, a sus nietos, a sus maridos, basándose en los ideales de un demente racista llamado Sabino Arana? ¿Por qué no se ilustran ustedes un poco antes de emitir esas opiniones? ¿No se han dado cuenta de que han sido vilmente utilizadas por el aparato propagandístico gubernamental del partido que gobierna Euzkadi y que está propiciando una limpieza étnica e ideológica en el país, pese a que tienen minoría de votos y por ello tuvieron que coaligarse con los representantes de los nazis asesinos? ¿No saben que en Euzkadi hace falta ser un héroe para hacer algo tan normal en cualquier sociedad democrática como presentarse a unas elecciones por un partido no-nacionalista? ¿Saben de los últimos asesinatos a tiros en la cabeza o mediante paquetes bomba a fiscales, periodistas, diputados, concejales, militares, profesores de universidad, cuyo único delito ha sido no pensar como ellos? ¿Saben cómo el partido gubernamental está distorsionando la historia, contaminando los medios de comunicación y estableciendo un segregacionismo tal que no paran de producirse exilios voluntarios del país por simple miedo a las hordas fascistas que campan a sus anchas con el consentimiento del gobierno autonómico?¿Saben cuántos niños llevan matados esos asesinos mediante la colocación de bombas de manera indiscriminada? Fíjense si ustedes andan acertadas que hasta el Parlamento Europeo acaba de otorgar el prestiogioso premio Sajarov al colectivo "Basta Ya", cuyo único objeto es la permanente condena a la barbarie terrorista etarra.

     Queridas señoras, sus escritos son puros panfletos redactados por alguien sin el mas mínimo rigor intelectual. Les están utilizando de mala manera, y una causa originariamente tan noble como la suya está cayendo en el mas absoluto descrédito y ridículo. Por favor, sigan ustedes dando vueltas en silencio en la Plaza de Mayo reclamando justicia por lo de sus hijos, pero absténganse de emitir opiniones hasta que no lean un poquito más. Y por favor, quiten, o por lo menos rectifiquen sus manifiestos de la página web, pues lo único que hacen es restarles el poco crédito que les queda.

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CÓMO SE FABRICA UN NACIONALISMO

(EL VERDADERO PROBLEMA DEL PAÍS VASCO)

(17/11/00)

     El verdadero problema del País Vasco no es la banda ETA. El verdadero problema del País Vasco es esta ola de nacionalismo artificial que el poder establecido pretende implantar con calzador en una sociedad moderna.

     No sé qué atractivo puede tener tener hoy día la idea nacionalista, pero algo debe de haber en su mensaje que hace calar en un increíblemente elevado número de personas, teniendo en cuenta la pobreza que emana del verdadero significado de su discurso.

     Porque, reflexionando a fondo y desgranando cuidadosamente el último sentido del pensamiento nacionalista, las conclusiones a las que se llega no son sino el absurdo, en el mejor de los casos, o la burrez, el egoísmo, la intolerancia, la violencia y la ignorancia en su lectura normal. Y por ello, se quiera o no, todo nacionalismo contemporáneo conduce antes o después a la pobreza ideológica, pobreza social y pobreza puramente económica. El nacionalismo es uno de los grandes generadores de pobreza en el mundo actual.

ORIGEN Y DESARROLLO DE LA IDEA NACIONALISTA

     Hubo un tiempo en que los nacionalismos se basaban en razones de peso. En esencia, el nacionalista luchaba por recuperar una identidad y una libertad que le había sido robada. Era la lucha contra la opresión de un extraño. Eran momentos de la historia en los que las guerras anexionaban territorios ajenos y convertían a los conquistados en esclavos o ciudadanos de segunda. Invadían la cultura, cambiaban los dioses, se quedaban con las cosechas, imponían idiomas y costumbres.

     Y los conquistados vivían generalmente obsesionados por recuperar su soberanía, su libertad, promoviendo guerrillas, emboscadas, refriegas fugaces o revueltas continuas para librarse del opresor. Aunque a veces sucedía lo contrario, es decir, los conquistados dejaban de ser ciudadanos de segunda, enriquecían sus costumbres con las que traían los conquistadores, y en unas cuantas generaciones todos vivían en paz y armonía. La historia no deja de señalarnos hechos que ilustran ambos fenómenos.

     Sin embargo, el tiempo pasa inexorablemente. Y a su paso, la vida evoluciona y las civilizaciones cambian. Y entonces los nacionalismos van perdiendo su fondo real, aunque el mensaje de liberación, de lucha contra el opresor -mensaje muy potente- sigua asociado al mensaje nacionalista. Independientemente de las circunstancias, el mensaje sigue vibrando en nuestro cerebro. Es como un programa mental (a modo de los programas informáticos) que se queda instalado y se activa con determinados estímulos.

     Y como el programa debe residir en algún oscuro rincón de nuestros cerebros, algunos políticos, normalmente aquellos intelectualmente bastante mediocres y que no tienen mucho que ofrecer a sus votantes, comienzan a elaborar el discurso activador de dichos programas, que para eso sí están especialmente dotados. Ya hay algo que contar, algo distinto. El único problema es que la modernidad es el peor enemigo del arcaico nacionalismo.

NACIONALISMOS ARTIFICIALES. EL ARTE DE MANEJAR FORMAS Y MENSAJES

     Algunos políticos, aunque conscientes de que los tiempos que corren no son los de antaño, se aferran a la explotación del mensaje nacionalista, aun a sabiendas de que es difícil dotarles de un contenido mínimamente coherente con las circunstancias actuales.

     Estamos en los tiempos de la globalización. El mundo físico está siendo sustituido por el mundo virtual. Hoy las noticias se propagan a la velocidad de la luz por todo el planeta. Hoy las empresas ya no son de tal o cual país. Pertenecen a sus accionistas, sean cuales sean sus nacionalidades. Cada vez hay mas empresas transnacionales, implantadas en más y más países, y emplean a gentes de todas las razas y credos. Un hindú puede vivir en Calcuta desarrollando sofware para cualquier empresa tecnológica californiana; un fondo de inversión alemán puede controlar la mayoría del capital de determinada empresa norteamericana. Las famosas viudas escocesas (lideran uno de las mayores fondos de inversión del mundo) pueden ser propietarias de cualquier empresa radicada en Francia, en España o en Marruecos, por poner un ejemplo. Así, a medida que el mundo evoluciona, las naciones van fundiéndose unas con otras, difuminándose hasta desaparecer las barreras físicas y culturales de antaño.

     En este panorama moderno, sin fronteras, de fusión de nacionalidades, de culturas, de costumbres, ¿dónde queda el discurso nacionalista?. En un mundo que clama por la solidaridad, por la no distinción de razas, de creencias, por la fusión enriquecedora de los pueblos y las culturas, ¿qué tiene que ofrecer el nacionalista?. Evidentemente poco, salvo que convenza a la gente de que lo que dice es muy importante, fabricando un mensaje bien hilado que toque la fibra sensible.

     Y para ello, el nacionalista tiene que manejar determinados principos. Artificialmente tiene que adecuar, o mejor fabricar “una realidad” tejiendo un discurso con unos hilos un poco pasados pero capaces todavía de elaborar un tejido medianamente duradero.

     Estos son los hilos, los principios, los verdaderos pilares que deben sostener el frágil discurso nacionalista:

     Historia: Tener una historia común cohesiona, da identidad, incrementa el sentido de pertenencia. El discurso histórico es quizá la pieza clave del nacionalismo.

     Territorio: Es importante definir el espacio geográfico donde debe desarrollarse el sueño nacionalista. Un espacio común que aglutine gente singularizada y con un discurso que dote al terrorio identidad histórica.

     Victimismo: Hay que buscar enemigos a quien culpar de lo que sea. Aquí la historia tambien juega un papel crucial, pues dota de coherencia y legitimidad al discurso victimista. Alguien común a quien odiar siempre une a la gente. El victimismo tambien supone otro factor clave en el pensamiento nacionalista.

     Lengua: Es uno de los factores que mas identifican y singularizan un colectivo. Como los anteriores, compartir una lengua supone algo esencial en el nacionalismo.

     Raza: Configurarse como un grupo étnico singular dota tambien de indudable identidad al colectivo, aunque, bien es verdad que desde los resultados del Movimiento Nazi, el tema de la raza no suele ser objeto claro de mención en el discurso nacionalista (salvo en honrosas excepciones, como veremos).

     Religión: La Religión tambien puede definir la identidad de un pueblo y podría suponer un factor de diferenciación, si bien no suele resultar un principio tan clave en determinadas ocasiones, puesto que en el caso de religiones ampliamente extendidas, el elemento religioso como factor diferenciador puede resultar nulo, debido a que los vecinos, o los supuestos opresores, o los mismos nacionalistas pueden profesar la misma religión.

     Costumbres: Aunque son mas difíciles de identificar como elementos singulares de un pueblo, es verdad que pueden rescatarse, potenciarse y servir en el discurso de la diferenciación.

     Estos son, a grandes rasgos, los pilares que deben sostener a todo nacionalismo que se precie. Aunque no son suficientes, claro. El nacionalista debe tambien adornar estos precarios pilares haciendo un alarde de imaginación para fabricar símbolos. La imaginería es, pues, otra de las claves de los nacionalismos; es la fuente que fabrica la percepción de lo distinto. Puesto que la esencia del discurso nacionalista es el “somos distintos de quien nos rodea”, lo mas importante es poder demostarlo.

COMO SE FABRICA UN NACIONALISMO. EJEMPLO DEL PNV

     La receta está ya explicada. Ahora no hay sino elaborar los ingredientes. Objetivo: Fabricar una identidad distinta. Pero ¿cómo se cocinan los ingredientes para el plato nacionalista?. Pongamos un ejemplo práctico: PNV. Caso comentado

     Historia. Esta es quizá la pieza mas difícil del rompecabezas. Porque la historia es lo que ha pasado. Y lo que ha pasado no se puede cambiar. Imagínense que mañana me tocase la lotería primitiva. Cientos, muchos cientos de millones de pesetas. Quizá mi ego se volviese loco ante mi nueva condición y le diese por renegar de mis ancestros, todos ellos honrados aunque mas bien humildes trabajadores de la industria y la agricultura. Pero ahora yo, pensaría mi trastornado ego, con tanto dinero merecería ser, como mínimo, conde o marqués o, incluso, por qué no, duque. Podría reescribir mi procedencia, inventarme un árbol genealógico, comprar incluso un título de verdad a cualquier noble arruinado. Pero no dejaría de tener un padre tornero y un abuelo labriego. Por mucho que me empeñase. Aunque pudiera haber convencido a mis hijos y mañana a mis nietos de la alta alcurnia de mis raíces. Aunque pudiera haberme convencido a mí mismo de que, en pleno delirio de locura, en el fondo mi padre trabajaba el torno para fabricarse sus propias piezas del deportivo con el que solía ganar el rally de Montecarlo.

     Y es que cambiar el pasado es algo difícil, mientras no se invente la máquina del tiempo. Por eso la historia es la pieza mas frágil del discurso nacionalista. ¿Solución?. Reescribirla y/o ocultarla. Cambiarla. Fabricarla a la medida. Pero el problema es que hay mucha gente que la conoce. Está escrita por historiadores de todos los colores y tendencias. Los científicos, los investigadores, pueden haberla escrito tendiendo hacia uno u otro lado. Pero los hechos históricos ahí quedan plasmados, pues no hay duda de que todo auténtico historiador busca solamente la verdad. Y sea cual sea la línea ideológica del autor, los hechos validados por los historiadores respecto a la historia del Pais Vasco varían poco, escriba quien los escriba. Por eso el nacionalismo debe huir de la verdad histórica. Huye de la ciencia, de lo demostrable y de lo demostrado, al igual que la Iglesia medieval condenaba al científico que osaba contradecir la Revelación Divina.

     La Inquisición creó el Indice. Libros prohibidos que no se podían leer. Igual que la historia oficial que enseña el PNV. Sólo existe desde el siglo XIX. Lo demás está prohibido. Preservar el control de la historia oficial es una de las obsesiones del actual Gobierno Vasco, puesto que si se popularizase la historia verdadera de Euzkadi, todo el castillo de naipes se le desvanecería a Arzallus y sus seguidores.

     ¿Qué pasará cuando alguien demuestre que el euskera no es sino el vestigio del idioma que hablaban nuestros antepasados los Iberos?. Porque todas las investigaciones que se están llevando a cabo apuntan a esta lengua ancestral como aquella que era usada por nuestros tatarabuelos antes de la romanización. ¿Podrá el actual PNV impedir o seguir entorpeciendo las investigaciones? ¿Quemarán al científico que lo demuestre? ¿O, muy a pesar de suyo, tendrán que forzar su eliminación mediante sus aliados, esos chicos que practican el tiro en la nuca con tanta frecuencia?

     La historia oficial moldea un país que nunca existió. Inventa un conflicto inexistente y un opresor imaginario. Silencia su pertenencia voluntaria a la Corona Castellana, se comen las continuas disputas entre Vasconia y Navarra, omiten que el castellano fue el idioma elegido por sus reyes ancestros. Y se recurre nada menos que a Sabino Arana, ese oligofrénico declarado que a falta de terapia ocupacional le dio por escribir, como mentor histórico y espiritual sobre el que edificar el futuro de todo un nuevo país.

     Territorio. Otra de las quimeras nacionalistas del PNV y sus acólitos. Y otra de sus más complicadas asignaturas. Porque cuentan con un territorio que sale de la nada. Ni el más endeble argumento histórico, ni la lengua, ni sus gentes tienen algo tan en común como para pretender unir el territorio que definen como Euskal Herria.

     Esta definición del territorio objetivo de la nueva nación es un callejón sin salida. Pero la burrez es ciega, por lo que la huida hacia adelante es la única estrategia ante tamaña barbaridad. ¿Por qué los navarros tendrían que someterse a la dictadura de Euskal Herria? ¿Y los vascos franceses? ¿Qué historia común tienen? ¿Qué les une?. Imagínense que mañana hay un referéndum y Euskadi se independiza de España. El brazo armado nacionalista seguiría matando navarros pretendiendo anexionarlos a Euskal Herria. Luego continuaría con la parte francesa. Porque, claro, el PNV no se contentaría con limitar su soñada nueva patria a tres escasas provincias (pues dudo mucho que Alava pasase por el aro).

     Este panorama es, simplemente, imposible. Euskal Herria es una quimera inviable. Así de claro y de sencillo. Por muchas muertes, por muchas bombas y por mucho tiro en la nuca que se practique.

     Victimismo. Muy ligado a la historia. Se manipulan los hechos para hacer aparecer un opresor. Se reescribe la historia para adecuar los hechos a los intereses. Y como hemos visto que el pilar de la historia inventada se puede venir abajo en cualquier momento, se recurre a un argumento irrebatible. Franco persiguió y oprimió al pueblo vasco, O mejor, de manera sutilmente matizada, la España de Franco fue realmente la opresora.

     Leía un día en una página web una pregunta que formulaba una persona sobre por qué en los ayuntamientos vascos no ondeaba la bandera española. Y uno que se confesaba nacionalista, aunque de los que sí condenaban el terrorismo (parece mentira que haya que hacer estas matizaciones) respondía: no se cuelgan las banderas españolas porque en su día Franco no dejaba colgar la Ikurriña.

     Aquí está una de las claves de la manipulación. Y lo decía un nacionalista de los honestos. España era Franco. Es decir, Franco no persiguó, ni ejecutó, ni privó de libertades, ni sumió en un oscurantismo aislacionista a nadie más que a los vascos. Los madrileños, catalanes, gallegos, extremeños, andaluces, canarios… podían decir lo que quisieran, leer lo que quisieran, formar partidos políticos y hablar sus lenguas con total libertad, ¿verdad?

     Por eso precisamente de todas estas regiones no hacían sino emigrar al Pais Vasco, que pese a estar “tan castigado” gozaba de un esplendor económico muy superior al resto de la España franquista. Y es que la mayor parte de la inversión industrial el dictador la polarizó en esta tierra.

     En el fondo el papel de víctima no es sino perpetuar la adolescencia. Eternizar el papel de incomprendido, perpetuar la queja contra lo que le rodea, negarse a afrontar la vida con la libertad de elegir, qué es, en el fondo, lo que mas ansiedad causa a todo nacionalista. La libertad produce el vértigo del vacío en el adolescente, al igual que en el nacionalista. El victimismo es la excusa perfecta para estar siempre enfrentado y creerse en el derecho de recibir más que los demás.

     Lengua. En el País Vasco siempre se ha hablado el castellano. Mucho más que el euskera. Por eso ha sido ésta otra asignatura muy dura para el nacimiento del nacionalismo vasco. Porque el vascuence o euskera es duro, y muy atomizado en un sinfín de dialectos. Y, sobre todo, incómodo para el mundo moderno. Por eso no es de extrañar que incluso los reyes vascones acogieran con regocijo el incipiente castellano, mucho mas evolucionado por poseer la potencia linguistica del latín como base.

     ¿Qué ha hecho el nacionalismo con la ancestral lengua? Pues imponer su uso por la fuerza, habiendo tenido previamente que crear un eusko-esperanto artificial e inexistente con anterioridad. El euskera batea, una especie de vascuence artificial, está por tanto plagado de neologismos, infestado de raíces griegas y latinas adornadas con alguna k para euskaldinizar toda palabra que se refiera a cualquier invento posterior al arado o la guadaña.

     Por supuesto que el euskera es una joya linguística, digna del más profundo y cuidado estudio. Es como uno de esos preciados fósiles vivientes gracias a los cuales desentrañamos cómo era la vida en el jurásico. Efectivamente habría que rescatarlo, estudiarlo, preservarlo en sus variadas formas originales, y fomentar su uso, pero no degradarlo para el servicio de baratos intereses políticos e imponerlo bajo amenazas laborales o administrativas. Y mucho menos pretender convertirlo en la lengua oficial de un país moderno.

     Raza. Es increible, pero en estos tiempos, el nacionalismo vasco ha hecho de la raza vasca un emblema para su identidad. No deja de sorprender cómo Arzalluz menciona, en mayor medida cuanto más se acentúa su ya declarado deterioro senil, el tema de la raza. No se explica que últimamente haya mencionado “la bicha”, el tabú universal del racismo, ante los prestigiosos periódicos extranjeros que le han concedido un hueco en sus páginas.

     Y es que la vergüenza ajena que produce oír semejantes barbaridades no hace sino pensar que, de verdad, el PNV está siendo conducido por un anciano con los primeros síntomas de demencia. Aunque, tengo que reconocerlo, a mí personalmente me encanta oír estas lindezas. El mejor favor que se le puede hacer a la libertad es dejar hablar a Arzalluz. Así se sabe, sin tapujos, el verdadero mensaje del nacionalismo. Es una pena que Sabino Arana no viva para que pudiesen hablar a dúo. Sería el mejor antídoto.

     Sobre la singularidad de la raza vasca, no merece la pena ningún comentario. Aparte del disparate científico que suponen semejantes creencias, este tema ha sido una de las mayores torpezas del PNV, restándole la poca credibilidad que pudiera tener su discurso.

     Religión. Es de sobra sabido cómo el nacionalismo vasco se ha valido de la Iglesia como soporte incondicional incluso para sus facciones mas sangrientas. El nacionalismo, tanto el moderado como el violento, ha nacido en el seno de la iglesia vasca. La verdad que Arzalluz no ha podido rescatar alguna religión ancestral que le pudiese haber dotado de una singularidad distinta a sus vecinos “opresores”, con quienes comparte Dios, Papa y cardenales. A pesar de sus condición de ex-cura, seguramente le habría interesado rescatar el animismo, el druidismo o las ofrendas a los dioses (aunque algo de ofrendas humanas ya fomentan, desgraciadamente). Pero seguramente ha preferido no tentar a la suerte, pues como buen ex-jesuita, sabe que con la Iglesia no se juega.

     Costumbres. A pesar de que el pueblo vasco mantiene vivas, afortunadamente, muchas de sus costumbres ancestrales, bien es verdad que desde el poder se fomentan hasta rayar el ridículo. Me recuerda a las demostraciones folklóricas con las que el viejo dictador nos deleitaba en cualquier fiesta, celebración o acto oficial. No faltaba en ningún evento la Sección Femenina bailando sus inevitables danzas regionales. Ponga hoy cualquier cadena de televisión controlada por el PNV: Bertzolaris, aizkolaris, fiestas euskaldunas…Eso sí, a la hora de la verdad las costumbres mas espontáneamente profesadas son las compartidas con sus “vecinos opresores”: toros, fútbol, tapeo y fiesta.

     Y, aderezando el plato, los símbolos. Muchos símbolos. Como la mostaza que se usa para disimular la picadura de las hamburguesas. El árbol de Guernica que recuerde permanentemente el carácter victimista, (aunque ETA haya matado mas vascos que la Legión Cóndor), los ertzainas con la txapela y pasamontañas, que proyectan al mundo la imagen de una policía algo así como extraterrestre, el tipo de letras euskaldunas en cualquier comercio que se precie, el aurresku ante el lendakari electo, el txistu que no cesa…

CONCLUSIÓN

     Todos los nacionalismos radicales han nacido de forma similar. El Nazismo se originó de manera parecida: apelación al victimismo del pueblo alemán vencido en la anterior Gran Guerra, exaltación de los valores culturales y raciales, profusión de discursos de enorme carga emotiva, rescate de rimbombantes símbolos de la era romana, aparatos eficacísimos de generación de propaganda que infectaba día a día a la población con mensajes nacionalistas... Resultado: un pueblo honrado, trabajador e inteligente participa o secunda una locura genocida cuyos resultados todos sabemos.

     En el nacionalismo vasco existe una terrible similitud con la historia hitleriana. La exaltación del victimismo del oprimido pueblo vasco, la constante reinvención de la historia, la proliferación de discursos visionarios rebosantes de odio y agresividad, las prácticas explícitamente racistas, el control férreo de los aparatos educativos y de los medios de comunicación posibilitan la constante intoxicación mental del pueblo. Resultado: desde el peregrino razonamiento del nacionalista que explicaba el porqué de la ausencia de banderas nacionales en los ayuntamientos vascos hasta la increíble complacencia y comprensión de parte de la sociedad con el que pega un tiro en la nuca a cualquiera que se salga del redil.

     Algún día la historia juzgará este hecho tan loco. Yo no sé si los actuales responsables del Partido Nacionalista Vasco son conscientes del enorme daño que están haciendo a su pueblo y del lugar tan deplorable que les aguarda en su juicio histórico, puesto que hoy el PNV es el gran responsable de la situación del Pais Vasco. Constantemente se ha hablado del “Problema Vasco”. Aunque desde la muerte del dictador “el problema” ha sido una una pura entelequia, a base de repetirse, se ha hecho verdad. Como una profecía autocumplida. Ahora SÍ existe un problema vasco. Y el problema es el puro fascismo que el PNV liderado por Arzalluz está instalando en la sociedad gracias a una eficacísima campaña de intoxicación. Por supuesto que el problema existió en el País Vasco, igual que en Cataluña, igual que en Valencia, Galicia, Extremadura, y en toda la península. El problema se llamaba dictadura, pobreza, incultura, censura, oscurantismo. Pero, sarcasmos del destino, pasada la época negra del dictador, alguien se ha preocupado de que siga vivo el problema en Euzkadi. Alguien que se empeña en perpetuar la dictadura, el miedo a hablar, a significarse. Alguien que quiere hacer una sociedad monocolor, en el que sobre cualquier tipo de discrepancia. Como en los mejores tiempos del dictador.

     Sólo que esta dictadura es peor. Muchísimo peor. ¿Por qué?. Primero, porque ahora se mata con mucha mas facilidad que antes. En los otros tiempos, uno se arriegaba a los calabozos, a una paliza y a una nota negativa en los antecedentes policiales. Pero ahora no se juega. Ahora es la pintada de tu nombre dentro de una diana, la constante sospecha de que cualquier persona puede ser un soplón, el tiro asesino por la espalda, la fiambrera de la muerte bajo el asiento de tu coche.

     Segundo, porque esta dictadura es mucho mas sutil. Se produce en medio de un régimen democrático, creando la ilusión de estar en un marco de libertad. Durante el franquismo se vivía con el sentido crítico permanentemente activado. Se sospechaba de cualquier información que viniese del régimen porque se sabía que estábamos en una dictadura. Era evidente. En la universidad, en las fábricas, en las oficinas, se generaban movimientos clandestinos para resistirse a la permanente manipulación. Se buscaban fuentes de información libres de intoxicación, se leía entre líneas para enterarse de lo que de verdad pasaba, se leían los autores prohibidos, se escuchaban los cantautores comprometidos. La propia dictadura activaba los mecanismos críticos de cualquier persona mínimamente inquieta.

     Pero, cuando uno cree que está en democracia, cuando uno oye, en un país teóricamente libre, la explicación de las banderas de nuestro amigo el nacionalista, las debe dar por buenas, porque se supone que se está en una sociedad libre. Y cuando uno oye las versiones oficialistas de la historia, pues tambien las tiene que dar por buenas. Y así, más y más mensajes van calando en las mentes, en los cerebros de los ciudadanos, llegando, como decía, hasta hacer comprender o disculpar al asesino que dispara por la espalda.

     ¿Cómo sería visto alguien que defendiese, disculpase, comprendiese o amparase a Antonio Anglés, aquel siniestro asesino de las tristemente famosas niñas de Alcasser? ¿Y qué diferencia hay entre Anglés y aquellos que secuestraron, retuvieron, maniataron y dispararon en la nuca a Miguel Angel Blanco, por poner uno de los mas de 800 ejemplos de la macabra colección?

     ¿Por qué la sociedad vasca, en bloque, no vomita cuando ve a un enjendro de asesino etarra responsable de tantas y tantas muertes? ¿Por qué no salen a la calle hasta echarlos al mar?. ¿Porqué aguantan lo que están aguantando? Sencillamente, porque el PNV se ha preocupado de manipular muy eficazmente una parte muy grande de la sociedad vasca, la cual, de momento, ha aprendido a convivir con el miedo, la barbarie, el asesinato, la tortura.

     No nos engañemos, el problema vasco no es ETA. Es la actual composición del PNV, es el nacionalismo instalado en gran parte de la sociedad vasca.

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SEPULCROS BLANQUEADOS

(20/02/01)


    Siempre me ha llamado la atención este término. Sepulcro blanqueado. Así se refería Jesucristo a aquellos escribas y fariseos que vivían de guardar las apariencias. Por fuera inmaculados, pero podridos por dentro. Hacían el mal, calumniaban, difamaban, promovían el crimen y la intolerancia, impedían cualquier tipo de crítica al sistema y al poder que ostentaban. Y así pasó. De manera sutil y sibilina como sólo ellos sabían, se encargaron de que fuese debidamente ajusticiado aquel que osaba predicar la paz, el amor y la igualdad. Ellos no lo crucificaron, pero se las arreglaron para mover a quien podía hacerlo.

    Muchos años han pasado desde aquello, pero esa habilidad ha subsistido. Hoy los sepulcros blanqueados siguen moviendo hilos, manipulando ideas y conciencias. Desde Setien, pasando por Rouco Varela, hasta esos jesuitas que han negado la celebración del mártir de la libertad Ordóñez, todos son herederos de aquéllos que hace más de dos mil años crucificaron la voz del amor, la paz y la libertad.

    ¡Qué hipocresía, Dios mío!, ¡Qué tragaderas hay que tener para aguantar las últimas mamarrachadas de la Conferencia Episcopal! Decir que la Iglesia no se mete en política. ¿Es que se piensa la Iglesia que los españolitos estamos tan en la inopia como cuando el invicto dictador? ¿Es que se creen que vamos a seguir dejándoles que sigan chupando de la sociedad, haciendo y deshaciendo a su antojo, opinando sobre lo inopinable, pronunciándose sobre cualquier caso en el que se sientan aludidos, y sin embargo engrasando la máquina de la muerte al inocente con su mirar permanentemente para otro lado, con sus silencios jesuíticamente calculados, o albergando en su seno a asesinos por omisión como el sinverguenza de Setién? ¿Hasta cuándo vamos a seguir como borregos a estos fariseos dueños de la vida y de la muerte?

    El asesino peca de hecho. El fariseo de omisión. La Iglesia promueve, alimenta, oxigena la muerte, pero son otros los que crucifican. Nadie entiende cómo la Iglesia en bloque no ha salido a la calle, a los púlpitos, a los medios a condenar sin paliativos el terrorismo. Nadie entiende sus campañas antiabortistas desde los mismos púlpitos y el silencio ante el vil asesinato . Nadie entiende la íntima relación histórica de la Iglesia con los nacionalismos excluyentes, con los verdugos, con la muerte. Sepulcros blanqueados, de sotanas impecables y conciencias podridas.

    Llamo desde aquí a la insumisión de todo buen cristiano. Basta de hacer el juego a los que protegen al asesinato cobarde. Basta de mantener lameculos de los dictadores, opinadores profesionales del bien y del mal. Ningún hombre de bien debería pisar una Iglesia mientras estén manteniendo con su omisión y su cobardía la peor dictadura de la muerte de los últimos tiempos.

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LA RANA COCIDA

(29/03/01)


    Si usted arroja una rana viva a una cazuela con agua hirviendo, la rana con toda seguridad se salvará, pues ante la sensación abrasadora del agua en ebullición, el batracio se impulsará sobre el agua en centésimas de segundo y saltará fuera de la cazuela humeante.

    Pero existe una pequeña variante del experimento. Meta la misma rana en la misma cazuela, sólo que esta vez llena de agua fría. La rana se sentirá cómoda en su elemento, y no saltará. Luego caliente paulatinamente el agua, y verá como la rana termina su vida cociéndose sin que apenas se entere. ¿Qué ha pasado? Simplemente que en el segundo experimento la rana no detecta los pequeños cambios paulatinos, sino que percibe una agradable tibieza que termina llevándole a la muerte, pues cuando quiere reaccionar ya es tarde, bien porque carece de fuerzas, bien porque no encuentra la base necesaria para apoyar un enérgico salto o simplemente porque carece ya de la voluntad de salvarse.

    Este es un ejemplo clásico que algunos autores dedicados a escribir sobre la gestión de empresas (como Peter Sengue en su libro “La Quinta Disciplina”) utilizan para ilustrar lo que les puede pasar a aquellas organizaciones que no detectan los pequeños aunque constantes cambios que experimenta el entorno: acaban por fracasar, pudiendo desaparecer cocidas en su propio inmovilismo y autocomplacencia.

    La moraleja de este experimento puede ser trasladado perfectamente al ámbito social y político. En concreto, a mí me ha servido para comprender cómo el País Vasco ha podido llegar a la situación en la que se encuentra hoy.

    Con el golpe de estado del general Franco, allá por el año 36 del pasado siglo, gran parte de la sociedad, vasca y no vasca, se sintió como la rana arrojada al agua hirviendo. Rebelión ante la dictadura, inconformismo, espíritu de lucha, afán de libertad… todas las más honestas aspiraciones humanas surgieron en gran parte de la sociedad para librarse de los imperativos del dictador. La sociedad reclamó y luchó por lograr una democracia y un estado de derecho, por el fin de la represión, la tortura o el asesinato, por la libertad de expresión, por la pluralidad de pensamiento, así como por la apertura económica a los mercados ajenos a la autarquía imperante. Se trataba de conseguir, al menos, aire puro para respirar dentro del clima asfixiante y represivo que creó el franquismo.

    Pero, veinticinco años después de la muerte del dictador, la realidad del País Vasco es, paradójicamente, más asfixiante incluso que en la época del invicto. Cientos y cientos de ciudadanos vascos, muchos de ellos viejos luchadores antifranquistas, han sido y siguen siendo asesinados año tras año. Existe, como en aquellos tiempos, una línea de pensamiento monocolor fuera de la cual nadie, absolutamente nadie puede sentirse seguro. El poder ha generado recuas de gentes afectos al nuevo régimen. Por todas partes se dejan notar los eternos guardianes de la ortodoxia nacionalista; nuevos frentes de juventudes, seguidores ciegos la doctrina oficial, miríadas de chivatos que marcan y señalan a todo aquel que no comulga con la línea nacionalista, etc, etc, etc. Por ello, hoy puede afirmarse sin el menor género de duda que en el País Vasco no existe la libertad suficiente como para que funcione una democracia real. Desde el Defensor del Pueblo, hasta Amnistía Internacional, pasando por el Parlamento Europeo, todos reconocen que en el País Vasco existe una situación por la que el simple hecho de aspirar a ejercer cargos políticos distintos a la línea nacionalista acarrea un riesgo real y probable de muerte. Y por ello, un largo goteo de autoexiliados viene produciéndose año tras año. Empresarios, profesores, artistas, intelectuales, profesionales, abandonan su tierra porque se sienten amenazados, inseguros, excluidos o, simplemente, manipulados.

    Y uno se pregunta…¿Cómo ha podido llegar la situación a este extremo? ¿Cómo un porcentaje enorme de una sociedad caracterizada por su espíritu inconformista y luchador se ha acomodado a la peor dictadura que quizá haya conocido el País Vasco en su larga historia? ¿Por qué ha llegado gran parte de la sociedad vasca a “comprender”, “justificar” y mirar para otro lado cuando se producen los más viles y cobardes asesinatos que uno pueda imaginar?. ¿Cómo tanta gente vasca acepta sin
rechistar la permanente extorsión mafiosa de los cobradores “revolucionarios”? ¿Qué mecanismo mental les lleva a seguir aguantando y aguantando a esas juventudes fanáticas que cada día queman los autobuses, los comercios, cabinas telefónicas, bancos, centros oficiales, bajo la mirada complaciente del poder reinante?

    Estamos, sin duda, ante el síndrome de la rana cocida. La respuesta está, claro, en la enorme habilidad que el partido nacionalista que ha ostentado el poder durante los últimos 20 años ha tenido para ir cambiando, sin prisa pero sin pausa, las condiciones del entorno. Aprovechando inicialmente el complejo de culpabilidad que España heredó por tantos años de franquismo, se fueron cediendo las primeras pequeñas cosas: la bandera oficial del Pais Vasco fue, casualmente, la bandera de un partido. Es como si la bandera de España fuese la rosa y el puño del PSOE, por ejemplo, o la gaviota del PP. Sería grotesco ¿verdad? Lo siguiente fue hacer que todos tuviésemos que conocer esta autonomía con el nombre de Euskadi, tanto si uno hablaba en vascuence o en castellano. Es decir, como si todos los castellanoparlantes debiéramos denominar Iles Balears a las Baleares o Catalunya a Cataluña. Luego, las Ikastolas comenzaron a adoctrinar niños y adultos con un mensaje perfectamente elaborado basado en un victimismo artificial y una manipulación de la historia, mensajes que fueron extendiéndose a los libros de texto normales de los colegios públicos. Poco a poco se iba cambiando la historia, la denominación de los territorios, introduciendo agravios inexistentes en los pequeños y entrenándoles a odiar al "invasor".

    La televisión nacionalista tambien iba reforzando los mensajes, mientras los políticos, arropados por su fiel aliada, la Iglesia, iban refinando un lenguaje tan hipócrita como eficaz: la equidistancia ante los más brutales asesinatos, las menciones al proceso de “pacificación” del pueblo vasco, las constantes referencias al “problema vasco”, la condena a la “violencia de ambos lados”. Las tibias condenas a ETA venían siempre seguidas de balones de oxígeno que impedían su extinción definitiva.

    El agua hoy sigue calentándose. Y la rana sigue cociéndose. Ya se empieza a introducir un carnet de identidad vasco, con el que se discrimará definitivamente al disidente de aquéllos de la adhesión inquebrantable al régimen. Luego seguirá el loco intento de anexión de Navarra y del País Vasco Francés, y así hasta lograr la quimera inalcanzable de Euskal Herria Una, Grande y Libre.

    Cualquier persona no analfabeta debería darse cuenta de que el proyecto engendrado por la soberbia sin límites del loco de Arzalluz puede acabar en un desastre sin precedentes. Los grandes conflictos europeos de la última parte del siglo pasado empezaron exactamente así. Pero sus votantes siguen cociéndose poco a poco en un agua que empieza ya a humear.

    Afortunadamente, otras ranas han aprendido a detectar más y más los cambios de la temperatura del agua. Y, por eso, hoy la otra mitad de la población vasca se rebela cada vez más contra el pensamiento único, contra la dictadura intolerante que impone el PNV, contra la línea contínua de la estrategia que empieza con el victimismo cuidadosamente inculcado en la escuela y que acaba con el tiro en la nuca o con el coche bomba.

    El día 13 de mayo, la sociedad vasca se va a jugar mucho. Más de lo que ahora podemos imaginar. Porque ya no estamos hablando sino de dos sociedades, de dos tipos de rana. La que se deja cocer y la que, bien saltará de la cazuela, o bien hará que la cazuela salte. La que quiere morir cociéndose a base de mirar para otro lado mientras se gesta un proyecto de sangre y racismo, y la que no se va a dejar achantar por nada del mundo, como está demostrando con mas coraje cada día.

    Si ganan los que luchan porque se respete la vida, la libertad y el progreso, el País Vasco habrá dado un giro histórico y se iniciará una nueva etapa de ilusión, de renovación moral y de normalidad ciudadana. ¿Se imaginan un País Vasco así? ¿Se imaginan una televisión sin censura, un acceso a la cultura sin los inevitables filtros nacionalistas, poder salir a la calle sin toparse con las nuevas juventudes fascistas quema-coches? ¿Se imaginan que en el Parlamento autonómico se traten cosas tan normales y cotidianas como la creación de empleo, o el impulso de programas de investigación, o simplemente un nuevo plan de urbanismo, sin la eterna sombra del terrorismo, la extorsión o las reacciones ante el eterno nuevo atentado? ¿Se imaginan poder presentarse a unas elecciones populares por el partido que mejor se adapte a su ideología, y no tener por ello tener que llevar escolta o mirar cada día bajo el coche? Cualquiera que viva fuera del País Vasco lo puede imaginar perfectamente, pues no es sino nuestra forma cotidiana de vida. Pero en el País Vasco hoy suena a utopía.

    Demasiado bonito, suspirarán algunos. Pero pocos votantes del nacionalismo pensarán que esta situación ha sido mérito exclusivo del PNV tras 20 años de gobierno ininterrumpido.

    Si, por el contrario, ganan los de siempre…¿entonces qué?. ¿Dónde acaba esta locura? ¿Qué consecuencias traerán los intentos de anexión de Navarra e Iparralde? ¿Cuántos años más de bombas y tiros en la nuca hasta lograr la soñada Euskal Herria? ¿ Como será la nueva sociedad edificada sobre el asesinato, la extorsión y la manipulación? ¿Y cuál va a ser la reacción de la otra mitad de la sociedad? ¿Van a seguir dejándose asesinar o comenzará una revolución violentamente lícita de defensa ante los impunes ataques de los aliados del poder?.

    Creo que el 13 de mayo, los votantes del PNV deberán decidir si acaban finalmente cociéndose o saltan, por fín, de la humeante olla nacionalista.

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