REVISTA TIEMPO (4 de marzo de 2002, núm. 1.035)

ETA se entrenó con misiles en Afganistán

Bases de Bin Laden. Tres militantes de ETA recibieron en enero del año pasado instrucción sobre el manejo de misiles en un campo de entrenamiento de Al Qaeda, la organización de Osama Bin Laden, en Afganistán. Los etarras concretaron también la compra de tres misiles estadounidenses "Stinger", que podrían estar ya en España, y una cantidad indeterminada de explosivos. Este contacto entre ETA y Al Qaeda fue desvelado por un espía árabe en Paquistán y confirmado por el Ministerio del Interior del gobierno provisional afgano. Además un documento del CESID fechado en noviembre del año pasado alertaba del uso por ETA de misiles "Stinger".

AHMAD RAFAT.-

Enero de 2001. Cuatro ciudadanos españoles en un vuelo de British Airways procedente de Londres, aterrizan en el aeropuerto internacional de Islamabad, en Paquistán. Les recibe un ciudadano norteafricano, acompañado por dos paquistaníes. Dos Toyota esperan al grupo fuera del aeropuerto y se dirigen rápidamente hacia Peshawar. Ninguno del grupo viaja con pasaporte español. Todos viajan como ciudadanos belgas. Todos tienen visado de entrada a Paquistán, obtenido en la Embajada del país asiático en Bruselas. Tres de ellos tienen rostros marcadamente europeos. Uno es claramente medioriental. El árabe que recibe al grupo, a su llegada a Islamabad, es una cara conocida por los servicios secretos de muchos países. Se llama Anwar Adnan Salah. Sus amigos le llaman Abu Salah o Sheij Salah. Habla, además del árabe, inglés, francés y español. Vive desde finales de 1995 entre Peshawar, Jalalabad y Kabul. Desde que Abu Salah se encuentra en Afganistán, siguen sus movimientos los agentes de la ISI, el servicio secreto de Islamabad, y también los de otros países, entre ellos la Mojaberat egipcia y la CIA norteamericana.

La conexión española

Abu Salah ha vivido tres años en España, la mayor parte del tiempo en Madrid. Lo que hacía en la capital española lo saben solamente él y sus amigos terroristas, como Imad Eddin Barakat, arrestado en el mes de noviembre; Tareq Maaroufi, apresado por la Policía belga, y su jefe, Abu Zubaideh. Zein al Abedin Muhammed Hussein, el verdadero nombre de Abu Zubaideh, está considerado como uno de los máximos dirigentes de Al Qaeda, responsable de la organización y del entrenamiento de las células de la red en Europa y Occidente. A Abu Zubaideh se le atribuyen también la organización de los grandes atentados de Al Qaeda, como los del 11 de septiembre contra las Torres Gemelas en Nueva York y el Pentágono en Washington. Tras los atentados del 11-S, señalaron la presencia de Abu Zubaideh en Bosnia, Kosovo, Italia, Francia y España. Los expertos consideran a Abu Zubaideh como el heredero natural de Bin Laden en la dirección de Al Qaeda.

Abu Saleh, aquella tarde de enero, acompaña a sus cuatro huéspedes a una casa-fortaleza en la periferia norte de Peshawar. Los huéspedes declaran a las autoridades de la oficina de inmigración paquistaní que son periodistas belgas, que han llegado a Paquistán para proseguir su camino hacia Afganistán. Según sus pasaportes, son Christian Lacroix, Frederic La Court, Eric Dinglas y Hatem Azima. Este último es un viejo amigo de Abu Saleh. Según la descripción de un testigo presente en esta ocasión, sus rasgos corresponderían con los de Imadeddin Barakat. También el nombre de batalla con el que Abu Saleh lo recibe en el aeropuerto es el mismo de Barakat: Abu Dahdah. Los otros tres belgas que acompañan a Abu Saleh y Abu Dahdah hablan español y no francés, como debería ser. Esta es una de las anomalías que llama la atención a más de un espía de Oriente Próximo que ese día se encontraba en el aeropuerto de Islamabad. Los tres se muestran taciturnos y casi no hablan. Uno de ellos fuma Ducados, otro elemento que hace sospechar al agente árabe que sigue al grupo. Cuando uno se dirige al otro llamándole Gorka, el espía norteafricano ya no tiene más dudas. Sigue a los dos coches hasta Peshawar y al día siguiente hasta la frontera con Afganistán. Los tres, avisa a sus jefes, son probablemente miembros del grupo terrorista ETA. En el informe que el espía de Islamabad envía a sus jefes el 29 de enero de 2001 hay más detalles. En dicho informe que "Tiempo" ha podido consultar, se lee que fuentes afganas han visto al grupo llegar a Jalalabad para dirigirse, un día después, al campo de entrenamiento de Jalada, seis kilómetros al Sur de la ciudad. En este campo, dice el informe, el grupo estuvo dieciocho días.

Campos de entrenamiento

El campo de Jalada, dirigido por el mismo Sheij Saleh, había sido construido por Al Qaeda para entrenar a los guerrilleros árabes, chechenos, uzbekos y de Cachemira en el uso de sistemas de misiles. Un campo para unos pocos privilegiados, para la élite del terrorismo islámico e internacional. Fuentes afganas revelan que en Jalada a los terroristas se les enseñaba el uso de al menos ocho misiles diferentes de fabricación rusa, de Corea del Norte, británicos, chinos, iraníes y norteamericanos. Entre éstos, los famosos Stinger entregados a la guerrilla afgana durante la guerra contra el Ejército Rojo soviético. En este periodo, una parte de estas joyas de tecnología norteamericana llegó a Afganistán a través de Bin Laden, que había sido entonces reclutado por la CIA como intermediario entre la agencia norteamericana y los muyahedin afganos.

Lo que les habían ofrecido los tres falsos belgas a los hombres de Bin Laden a cambio del aprendizaje sobre misiles no está muy claro. Según algunos documentos en manos del Ministerio del Interior del gobierno provisional afgano, Osama Bin Laden habría pedido a cambio la cabeza del ex presidente del Gobierno Felipe González. Según esta fuente, el multimillonario saudí había introducido en la lista de sus enemigos occidentales a Felipe González por dos razones. La primera, haber establecido relaciones diplomáticas con el gobierno de Israel. La segunda, por haber organizado la Conferencia de Paz de Oriente Próximo. A este propósito hay que recordar que en los días que se celebraba la conferencia de Madrid, Osama Bin Laden, que entonces residía en Sudán, había proyectado un ataque aéreo contra el Palacio de Oriente, sede de la conferencia. Una nota del un gobierno árabe puso en alerta al Gobierno español, que adoptó medidas de seguridad para frenar a los terroristas (ver "Tiempo" número 1.012).

Tres etarras en Jalalabad

No se sabe cuál fue la respuesta de Gorka y sus amigos a la petición de Bin Laden. Probablemente, los tres alumnos del campo de entrenamiento de Jalalabad pagaron con otra moneda la instrucción recibida. Según algunos testimonios recogidos por los funcionarios del actual ministro del Interior de Afganistán, es muy probable que algunos misiles, entre ellos tres Stinger, hayan llegado hasta España, transportados por uno de los barcos de la flota de Osama Bin Laden. La flota naval de Bin Laden, oficialmente de propiedad de la Al Shifa Honey Press, está compuesta por al menos cuatro barcos de transporte, que tienen como base un puerto somalí. Según lo que ha podido saber esta revista de una fuente árabe, tres Stinger destinados a ETA se embarcaron en uno de estos barcos en el puerto paquistaní de Karachi. En aguas internacionales ante la isla de Malta, en el corazón del Mediterráneo, los tres misiles habrían sido trasladados a otro pequeño barco de propiedad de un armador griego para después pasar a una embarcación turística y llegar así hasta el País Vasco.

Una fuente de Oriente Próximo ha revelado a "Tiempo" que ETA habría pagado a Al Qaeda sólo parte de los 450.000 euros que han costado los misiles Stinger. Otra parte, según la misma fuente, se ha pagado con material bélico, sobre todo explosivos y otros servicios destinados a la red de Al Qaeda en España y en Europa, así como a Hamas y la Jihad en Palestina. Un documento redactado por el Centro Superior de Información para la Defensa (Cesid), con fecha 10 de noviembre de 2001, citando una "fuente amiga", revela informaciones muy parecidas a las que recogió esta revista.

Desde esta fecha, muchas pistas aéreas en Barajas, Zaragoza, La Rioja, Murcia, Cádiz y Torrejón están dotadas de sistemas de alarma capaces de prevenir un ataque con misiles. Las Fuerzas de Seguridad españolas temen sobre todo ataques con misiles de terroristas vascos contra aviones utilizados por miembros de la Casa Real y del Gobierno.