El día 15 de julio de 2000 los nacionalistas vascos de ETA volvieron a asesinar impunemente.

En esta ocasión eligieron a un concejal de barrio de la ciudad de Málaga (a unos 1.000 kilómetros del País Vasco).

El concejal asesinado era José María Martín Carpena y su "delito" fue ser elegido por el pueblo malagueño para que les representase en el Ayuntamiento.

Los nacionalistas vascos de ETA supieron elegir el momento más doloroso para asesinarle. Esperaron a que saliese de su casa en compañía de su esposa y su hija de 17 años para disparar seis tiros contra él. Con toda seguridad pensaron que si le mataban estando solo no sería suficientemente dañino.

José María era muy querido por el pueblo malagueño y se distinguía por ser el que de un modo más especial sabía celebrar las bodas civiles. Las parejas de novios malagueñas siempre le preferían para que celebrase sus enlaces.

La esposa y la hija del concejal vilmente asesinado por los nacionalistas vascos de ETA se abrazan durante el funeral, impotentes ante la injusta muerte de su ser más querido.

Qué poco sabían ellas que la estupidez y violencia del nacionalismo vasco convertirían en un drama irreparable lo que prometía ser una noche de alegría, porque la noche en que fue asesinado José María iba con su familia para leer el pregón de inicio de las fiestas de su barrio.

Ellas y los testigos que había en el lugar del asesinato pudieron oír las últimas palabras que el concejal dirigió al cobarde asesino. Le llamó "GAMBERRO". Imagínense, "gamberro"... ¿Qué clase de persona podría ser José María cuando la última palabra que le dirige a su asesino es "GAMBERRO"?.

Estoy seguro de que a cualquiera se nos hubiera ocurrido cualquier otra palabra mucho más acorde con la realidad de esa gentuza asesina, pero José María sólo le llamó "gamberro"...

Seguramente esta reacción del concejal asesinado es la que mejor indica la clase de buena persona que podía llegar a ser. Sólo se le ocurrió llamarle gamberro mientras recibia los disparos del asesino.

Momento en que los concejales de Málaga sacan el féretro de la Catedral.

En esta fotografía también puede verse al Presidente del Gobierno, José María Aznar, que por novena vez en los últimos cinco años ha tenido que acompañar a las familias de los nueve concejales del PP que han asesinado los nacionalistas vascos de ETA.

El 23 de enero de 1995 asesinaron a Gregorio Ordóñez, el 12 de julio de 1997 asesinaron a Miguel Ángel Blanco, el 11 de diciembre de 1997 asesinaron a José Luis Caso, el 9 de enero de 1998 asesinaron a José Ignacio Iruretagoyena, el 30 de enero de 1998 asesinaron a Alberto Jiménez Becerril y a su esposa, el 6 de mayo de 1998 asesinaron a Tomás Caballero (UPN), el 25 de junio de 1998 asesinaron a Manuel Zamarreño, el 4 de junio de 2000 asesinaron a José María Pedrosa y el día 15 de julio de 2000 a José María Martín Carpena.

Desgraciadamente José María Martín Carpena no será el último concejal asesinado del PP. Los concejales del PP lo saben, los nacionalistas vascos lo saben. Todos lo sabemos. Pero aun así estos valientes concejales del Partido Popular continuan en sus puestos sin importarles dar la vida si fuera necesario por la libertad del pueblo español y del pueblo vasco. ¡Bravo por ellos!.

Todos hemos sentido un gran dolor por esta nueva pérdida.

José María era un demócrata convencido y por eso le han matado. ETA no tolera la democracia ni tolera a los demócratas. Por eso los mata.

ETA se dedica a la sistemática eliminación de los que no están de acuerdo con ellos o con el resto de nacionalistas vascos. La idea nacionalista vasca, inventada por el racista Sabino Arana, fundador del Partido Nacionalista Vasco (PNV), ha sido refrendada en el repugnante Pacto de Estella/Lizarra que todos los nacionalistas han firmado para conseguir la independencia a cualquier precio. Y esa misma idea nacionalista vasca es la que consigue que el PNV no rompa sus pactos de gobierno con el partido de los asesinos aunque éstos no cesen de derramar litros y litros de sangre inocente.

Y todavía Arzallus se atreve a dar a entender que ETA asesina porque el Gobierno no cede a su chantaje, y que para que ETA deje de matar el Gobierno tiene que hacer como ha hecho el PNV: Permitir que ETA ponga las condiciones y callar.

Despreciable, absolutamente despreciable.

Pero no obtendrán respuesta.

Y no obtendrán respuesta porque todo lo relacionado con el nacionalismo vasco es ilógico, demencial, estúpido y violento. No obtendrán respuesta porque seguramente alguna vez habrán oído hablar a Arzallus por televisión y tampoco habrán entendido sus arengas fascistoides tan fuera de época y tan cargadas violencia subliminal.

Porque el nacionalismo vasco cada vez se entiende menos.

Porque el nacionalismo vasco cada vez es más puro.

Porque el nacionalismo vasco cada vez es más fascista.

Porque el nacionalismo vasco cada vez es más violento.

Desgraciada verdad la que exhibe este manifestante.

IBARRETXE: HOY CON LA VÍCTIMA, MAÑANA CON SU ASESINO.

Es tristemente cierto. Los dirigentes del PNV esperan tranquilamente a que los violentos con los que comparten mesa y pactos asesinen a un concejal contrario a sus ideas. A continuación salen diciendo que eso no está bien, pero seguidamente se vuelven a sentar con los violentos para continuar sus desmanes en los ayuntamientos vascos excluyendo a todo aquél que no declare ser tan nacionalista como ellos.

Lo que ocurre con los dirigentes del PNV es simple hipocresía mezclada con un asqueroso cinismo, y este manifestante lo ha sabido plasmar muy bien en su frase: IBARRETXE: HOY CON LA VÍCTIMA, MAÑANA CON SU ASESINO.

Despreciable.