El día 20 de
diciembre de 2000 los nacionalistas vascos de ETA asesinaron a tiros al Guardia Urbano de
Barcelona, Juan Miguel Gervilla Valladolid.
Lo asesinaron esos mismos mafiosos con que los comunistas y nacionalistas vascos firmaron -y aún mantienen- el Pacto de Lizarra para romper nuestra Constitución, una Constitución que -no lo olvidemos- fue votada por la inmensa mayoría de los vascos y del resto de los españoles.
Lo asesinaron esos mismos cobardes a los que los demócratas tratamos de aislar con la vergonzosa y minoritaria excepción de comunistas, nacionalistas vascos, nacionalistas catalanes y nacionalistas gallegos.
Lo asesinaron esos mismos despreciables nacionalistas vascos que se han aprovechado de la democracia para matar a centenares de personas inocentes.
Sobre las siete y media de la mañana el Guardia
Urbano Juan Miguel Gervilla estaba regulando el tráfico en la confluencia de la Avenida
Diagonal con la calle Numancia de Barcelona, cuando observó que dos individuos jóvenes
empujaban un Fiat Uno color rojo con las intermitentes de emergencia conectadas.
Inmediatamente se dirigió a ellos para prestarles ayuda y sin mediar palabra le
dispararon dos tiros, uno en el pecho y otro en la cabeza. Juan Miguel murió en el acto.Juan Miguel Gervilla nació hace 38 años en Nüremberg (Alemania), estaba casado y tenía dos hijos, uno de 13 y otro de 8 años. Su esposa recibió la noticia del asesinato de su marido cuando iba a llevar a los niños al colegio.
Así es el nacionalismo vasco de ETA.
Este es el nuevo
"regalo" de Navidad que los nacionalistas vascos violentos nos han dejado a los
demócratas. Todos ellos pueden sentirse felices porque hay otra nueva familia que jamás
olvidará las navidades del año 2000. Los nacionalistas vascos de ETA pueden celebrar
llenos de felicidad estas navidades con cava catalán, turrón valenciano, vino de La
Rioja y lechazo de Castilla aderezado con aceite andaluz porque han sabido destruir otra
nueva familia... Este es el único resultado del nacionalismo vasco: ODIO Y ASESINATOS.
Los nacionalistas vascos pueden estar orgullosos de su obra, sí señor, muy orgullosos...
Sin duda los hijos de Juan Miguel recibirán sus regalos de Reyes pero siempre los asociarán con aquellas fatídicas navidades en que los nacionalistas vascos de ETA les arrebataron al vida de su padre de modo tan violento y cobarde. Seguramente los hijos de Juan Miguel no olvidarán que el nacionalismo vasco en forma de muerte se les apareció en las navidades del año 2000 para llevarse a su padre ensangrentado. Y así debe de ser; jamás deben olvidar los hijos de los asesinados por ETA que sus padres fueron muertos en nombre del nacionalismo vasco y del fascismo que esa idea lleva consigo, fascismo que tan bien supo expresar su fundador Sabino Arana, y fascismo que tan bien saben continuar sus dignos y despreciables sucesores.
Tras el asesinato, los dos nacionalistas vascos de ETA
huyeron dejando abandonado el Fiat Uno, y posteriormente se comprobó que era un coche
robado con las matrículas dobladas. En una inspección más minuciosa del coche se descubrió en el interior del maletero una potente bomba con más de trece kilogramos de dinamita. Este coche bomba al parecer estaba reservado para algún pobre inocente al que los nacionalistas querían "felicitar" las navidades y que gracias a la intervención de Juan Miguel ha podido salvar su vida. Pero Juan Miguel, con su muerte, sin duda ha salvado a más de una persona de morir ese día, ya que por todos es sabido que cuando explota un coche bomba en una ciudad, la metralla y la onda expansiva destruye todo aquello que haya en un radio de al menos cincuenta metros.
Y otro de los
buenos servicios que Juan Miguel nos ha dejado a los demócratas ha sido la magnífica
posibilidad de que la Policía pueda sacar todo tipo de indicios y huellas en el coche.
Conseguir estas pruebas facilitará, sin duda, la identificación de los cobardes etarras
que desde hace varios meses están destruyendo familias catalanas con sus asesinatos en
nombre del nacionalismo vasco. Confiemos en que pronto sepamos quiénes son esos fascistas
despreciables para que de una vez por todas queden a buen recaudo durante al menos veinte
años... Aunque, ahora que lo pienso, eso significaría que Arzallus se pasaría otros
veinte años más sin pedir la disolución de ETA porque según él mismo ha dicho, "nunca
pedirá la disolución de ETA mientras haya un solo preso en la cárcel"...
Y digo yo: Pues que no la pida, al fin y al cabo está siendo fiel a sus -más que
evidentes- convicciones.
Qué pena de falta de libertad, qué pena de fascismo, qué pena de nacionalismo...
Este
personajillo que está fotografiado a la derecha, con aspecto de psicópata de película
americana, es uno de los supuestos integrantes del comando Barcelona de ETA, y
consiguientemente es muy probable que sea uno de los fascistas que han cometido los
últimos asesinatos de ETA. Que todos se queden bien con su cara, que impriman la
fotografía si es necesario y que traten de recordar las facciones de los vecinos del
quinto o del tercero, esos vecinos que tomaron alquilado el piso no hace mucho tiempo y
que dicen ser estudiantes o que trabajan en algún sitio desconocido pero que se les suele
ver u oír a horas en que no deberían estar en casa. Que la colaboración ciudadana se
movilice y que cuando alguien tenga alguna sospecha que llame inmediatamente a la Guardia
Civil o a la Policía. Hay que ir quitando de en medio a toda esta basura fascista que
trata de romper nuestra convivencia, nuestra democracia y nuestra Constitución.(Pueden ver más fotografías en la sección LOS CRIMINALES de esta misma web)
