DIARIO EL MUNDO (24 de julio de 2002)

Un no nacionalista primer párroco vasco obligado a llevar escolta

Un escolta acompaña desde ayer al sacerdote Jaime Larrinaga, párroco de Maruri y fundador del Foro El Salvador, tras recibir múltiples amenazas - El Ayuntamiento gobernado por el PNV 'buzoneó' una nota tildándolo de «nostálgico del franquismo»

JOSEAN IZARRA

BILBAO.- El sacerdote y presidente del Foro El Salvador, Jaime Larrinaga, se ha convertido en el primer sacerdote vasco que requiere la protección de un escolta para garantizar su seguridad.

Larrinaga, párroco de la localidad vizcaína de Maruri, solicitó la semana pasada a la Ertzaintza que se le incluyera entre los ciudadanos vascos con seguridad personal después de que el Ayuntamiento de esta localidad distribuyera por todo el pueblo una nota oficial en la que le acusa de ser «nostálgico» del régimen franquista. Larrinaga es miembro de un colectivo religioso crítico con el nacionalismo vasco y se convierte en el primer religioso que necesita de un escolta personal para garantizar su seguridad.

«Que tenga que recurrir a un escolta para, como sacerdote, poder hablar de la tolerancia resulta kafkiano», señaló ayer este sacerdote que vivió un día muy especial. Larrinaga dirigió la pasada semana una carta al viceconsejero de Seguridad del Gobierno vasco, Mikel Legarda, para contar con una protección individual tras lo que consideró una campaña de «difamación» del Ayuntamiento de Maruri.

El sacerdote desempeña desde hace 33 años las funciones de párroco en esta localidad de 700 habitantes gobernada por el PNV y en cuyo consistorio también cuentan con representantes tanto EA como Batasuna.

Larrinaga conoció en la mañana de ayer a su escolta, un profesional contratado a una empresa de seguridad privada por el Gobierno vasco. El párroco de Maruri reconoció ayer que la petición de protección se produjo al sentirse en «el punto de mira de los terroristas».

Un sentimiento de desprotección acentuado después de conocer la existencia de un comunicado oficial del Ayuntamiento de Maruri en el que se le acusa de crear problemas dentro de este municipio vizcaíno. El documento aprobado por unanimidad por la corporación municipal el pasado 18 de junio fue distribuido junto a una fotocopia de una información publicada por EL MUNDO en el que se recogían las difíciles circunstancias en las que Larrinaga desempeña su misión sacerdotal al oponerse a las tesis oficiales de la Iglesia vasca.

En el documento del consistorio nacionalista se denuncia que Larrinaga reafirme su compromiso con las ideas con las que llegó a Maruri hace 33 años. «En aquella época, la Iglesia era la Nacional Católica, la del brazo en alto, palio, Santa Cruzada, caudillo por la gracia de Dios... Se deduce que nuestro párroco es nostálgico de aquel régimen, felizmente desaparecido», se recoge en uno de los párrafos de este comunicado oficial del consistorio.

El texto aprobado y distribuido por todas las viviendas de la localidad también se refiere a otras manifestaciones públicas de Larrinaga en las que presumía de ser «vasco por los cuatro costados». Los representantes políticos de Maruri señalan a continuación que «en aquella época oscura nadie le escuchó clamar, con riesgo de su libertad, por una sociedad plural alejada de dogmatismos y absolutismos, ni contra el avasallamiento del euskera».

El alcalde de Maruri, Joseba Alzaga, señaló a EL MUNDO, que la decisión de elaborar el comunicado se adoptó para defender la imagen del pueblo. «No podíamos permitir que se diera una imagen de pueblo violento ni hostil porque no se ajusta a la realidad y en la información se introducen falsedades», señaló el joven alcalde nacionalista de Maruri.

Alzaga incidió en la «buena relación» con el párroco y rechazó que la intención del ayuntamiento consista en expulsarle del pueblo. «El comunicado se hizo para distribuirlo sólo a los vecinos del pueblo, sin ninguna voluntad de violentarle ni de colocarle en ningún punto de mira. Si hubiéramos pensado eso no lo habríamos redactado», aseguró Alzaga antes de conocer que Larrinaga había solicitado un escolta personal para garantizar su seguridad.

Sin embargo, la reacción adoptada por el consistorio de Maruri ha incrementado la sensación de peligro para un sacerdote que constituye una de las pocas voces religiosas críticas con el nacionalismo vasco. Larrinaga considera que la decisión del consistorio vizcaíno pretende «cerrarle la boca» en una estrategia que ya se hizo pública cuando en el año 2000 publicó un artículo crítico con el obispo de San Sebastián, Monseñor Setién, y en el que incluía algunos comportamientos de nacionalistas en su propio municipio.

Entonces, el mismo consistorio acusó a Larrinaga de «confundir religión con sociopolítica», de «ahondar en la crispación social» y de mantener un «comportamiento nada acorde con los valores de tolerancia y respeto que la Iglesia vasca asume y defiende».

La moción municipal no amilanó a Larrinaga que mantiene la presidencia del Foro El Salvador, un grupo de religiosos vascos que consideran que el reconocimiento del papel de las víctimas del terrorismo y el lograr la libertad de todos los ciudadanos constituyen objetivos básicos tanto para la Iglesia vasca como para las instituciones políticas locales.

Fuentes del Foro El Salvador reconocieron que la presión ejercida contra Larrinaga en las últimas semanas ha impedido que se haya hecho público un pronunciamiento sobre la polémica pastoral de los obispos vascos sobre la situación sociopolítica del País Vasco.


Un vecino le advirtió hace dos años: «Te harán la vida imposible»

J.I.

BILBAO.- Jaime Larrinaga no puede ocultar su malestar cuando repasa una y otra vez el comunicado elaborado por el Consistorio del pueblo en el que ha dedicado sus últimos 33 años de vida. Ayer, recibió en la vivienda en la que se aloja la visita de un oficial de la Ertzaintza que le presentó al escolta privado que intentará garantizar su vida.

Larrinaga mantuvo su actividad dedicada a los feligreses de su parroquia; visitó a un enfermo en el Hospital de Cruces en Bilbao y acudió a un funeral en Mungia. Sin embargo, le resultó imposible olvidar aquella frase, una fatal premonición, de un vecino que le advirtió hace ahora dos años que su vida iba a cambiar tras dar el paso adelante de posicionarse ideológicamente contra el nacionalismo. «Te harán la vida imposible», recuerda Larrinaga, convencido de que tanto la primera moción municipal como la buzoneada el pasado 18 de junio fueron textos impulsados desde Sabin Etxea.

«El riesgo de ser sacerdote no se limita a hablar del pasado sino a denunciar la corrupción, la mentira, la maldad. Consiste en estar con los más débiles; con las víctimas, con los amenazados, con los que sufren la agresión por pensar de forma diferente», señala este sacerdote euskaldún. No renunciará a su compromiso pese a reconocer la existencia del «miedo». «El miedo esta ahí pero resulta más evidente cuando hablas con feligreses que te piden que no vayas a su casa para que no se vean marcados o cuando te apoyan y te dan palabras de ánimo en privado pero no se atreven a acercarse», explica.