DIARIO LA RAZÓN (10 de julio de 2002)

Cerca de 300 curas vascos radicales creen que «el camino violento es un mal menor»

 Los miembros de la «Coordinadora de Sacerdotes de Euskal Herria» quieren crear «una Iglesia indígena, es decir, vasca» Llegan a identificar a los presos etarras con Jesucristo

Los casi 300 curas vascos que habitualmente firman los manifiestos de apoyo a los «presos políticos» de Eta; que a veces han cobijado en sus parroquias a etarras y que ceden sus locales para las reuniones de los cachorros de la banda terrorista, creen que «el camino violento es un mal menor integrable en el proceso cristiano de liberación». Son los curas de la «Coordinadora de Sacerdotes de Euskal Herria» (CSEH), que buscan crear una «Iglesia Popular Vasca» ligada a la Teología de la Liberación, al marxismo, a la ecología e «identificada con su Pueblo» para lograr «su liberación».

Álex Navajas - Madrid.-
Félix Placer, sacerdote, teólogo, profesor del seminario de Vitoria y uno de los miembros más activos de la CSEH, explica en su tesis doctoral, «Creer en Euskal Herria», que recoge el devenir de la Coordinadora desde 1976 hasta 1996, la fórmula que están siguiendo los 250 curas radicales vascos para lograr la implantación de la Iglesia Popular Vasca. A lo largo de 658 páginas, los documentos de la CSEH repiten como un agotador, venenoso y sectario mantra las bases de la Iglesia Popular Vasca, «identificada con su Pueblo y a su servicio». «Desde los planteamientos del Dios de Jesús de Nazaret, servir al Pueblo Vasco, mediante su evangelización, en su proceso de liberación integral, en el desarrollo de su específica y original personalidad y en el alumbramiento de una sociedad plenamente democrática y superadora de la actual clasista-capitalista», proclaman. Ésta última coletilla, la de la «sociedad clasista-capitalista», delata otro de los rasgos característicos del cura vasco nacionalista radical: es abierta y anacrónicamente marxista. «Creemos que se puede ser marxista aceptando el marxismo como análisis de la realidad y siendo militante», pregonan, y abogan por una «izquierda vasca cristiana, instrumento al servicio de la creación de una Iglesia popular».

Teología de la Liberación

Ya no es necesario adentrarse en aldeas de Iberoamérica para encontrar reductos de la Teología de la Liberación. Basta con ir a las parroquias de los sacerdotes de la Coordinadora. Los curas radicales proponen nada menos que «una Iglesia indígena, es decir, vasca». Uno de los documentos de la CSEH reconoce que la Coordinadora ha desarrollado entre sus militantes «una espiritualidad común desde las instituciones elaboradas por la Teología de la Liberación». «Desde un compromiso liberador con los explotados y pobres y desde su opción por Euskal Herria, tratan de vivir su fe en Jesús sintiéndose miembros críticos y creativos dentro de la Iglesia», continúan. En un cursillo celebrado en abril de 1985, una de las conclusiones que se alcanzaron fue la necesidad de «dar los primeros pasos hacia una Teología de la Liberación para Euskadi y para los Pueblos oprimidos».
   Sobre la violencia, los curas vascos radicales tienen una curiosa ¬y poco evangélica¬ teoría: la de la «violencia ofensiva y defensiva». Según ellos, el «Estado Español» (nunca hablan de España), fue el primero en tirar la piedra, y eso justificaría el tiro en la nuca como respuesta. «No pueden condenarse todas las violencias por igual vengan de donde vengan . En este sentido, no es la misma ni tiene la misma gravedad la violencia agresora que la violencia defensiva y, en consecuencia, su valoración ética no puede ser tampoco la misma», aseguran. «El problema no es el llamado terrorismo de Eta, sino la situación injusta del Pueblo vasco », apostillan.
   Hacia los presos etarras dispensan un trato de favor, y consideran que los curas que fueron encarcelados en 1992 por ocultar etarras en sus parroquias «son un signo y un testimonio para todos nosotros». «Han sabido ser consecuentes con el Evangelio de Jesús, que nos manda dar acogida al forastero y, con mayor razón, a los hijos de nuestra casa común que es Euskal Herria. En consecuencia, están siendo perseguidos como tantos otros, por causa de la justicia. Jesucristo no dudó en llamarlos bienaventurados», remachan. Pero aún hay espacio para la sorpresa: los curas de la Coordinadora no dudan en ver al mismísimo Jesucristo del lado de los etarras, ya que «nos solidarizamos con los presos, sus familiares y con el Jesús identificado con ellos».