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Hola Hombre-pronto-libre,

    La verdad es que no tengo abuelos, aunque sí abuelas. Y no pude
disfrutar demasiado de ellos porque siempre he vivido lejos de mi familia,
reduciendo ésta a padres y hermanos. Cuando estaban tampoco tenía edad como
para preocuparme por estas cosas, así que nunca tratamos de política ni nada
parecido. Yo achaco esta forma de pensar a mi madre, quien tampoco me suele
hablar de política pero sí lo hizo, y mucho, de tolerancia, respeto a los
demás y tantas otras cosas que si las pongo vas a pensar que es porque se
trata de mi madre  (ya sabes que "Madre no hay más que una"). Pero lo bueno
de esto es que no se quedó en palabras huecas, no. La he visto cumplir con
todo lo que me intentó inculcar de pequeño desde siempre, hasta puntos en
los que me asombra tanta lealtad a sus ideas. Supongo que por eso pienso
así, que por eso no entiendo por qué me tachan de fascista unos tipos que se
autodenominan demócratas por el mero hecho de llevar la bandera
constitucional donde me plazca (que conste que no voy con la bandera por
ahí, pero alguna discusión que otra he tenido con algún amigo por el derecho
de llevar la bandera sin que por ello te tachen de fascista). Lo gracioso
del tema, o lo trágico, es que mientras todos los días veo a gente que vive
con un sueldo con el que yo nunca podré ni soñar, con un nivel de vida
acojonante (hablando mal y pronto) hablando de la integración de los
inmigrantes, de los derechos de la Comunidad gitana o de la igualdad de
todos los hombres, como el que discute sobre el sexo de los ángeles. Yo he
visto a mi madre ocuparse de todos esos temas en primera persona, dirécta y
físicamente. Yo he tenido desayunando en mi casa a gitanos semidesnudos
(niños, se entiende), he tenido cenando a amigos sudamericanos, a amigos
Bostnios, hemos recogido con el coche a moros en el campo, etc... Y mientras
mi madre, junto con mi padre en algunos casos, se dedicaban a ello con toda
la normalidad del mundo, sin anunciarlo a bombo y platillo, sin subirse a un
púlpito para dárselas de super-guays-progres-quetecagas, tengo amigos que no
dudarían (y no dudaron) en tacharme de fascista a mí y a toda mi familia.
Realmente creo que no saben ni lo que significa esa palabra. Creo que todo
lo que no sea lo que ellos piensan lo consideran automáticamente fascista.
Hay dos clasificadores en su cabeza para opiniones: Si coincide con la de
ellos entonces está bien, es super-progre y pasa al archivador no fascista;
en cambio, si se te ocurre decir algo que no pueden procesar o que no les
gusta enseguida lo tiran al archivo de ideas fascistas. Aunque bueno, los
extremos se rozan y también me ha pasado lo mismo con amigos de derecha
aférrima. En fin, siempre he sido el fascista para los super-progres y el
rojo para los de extrema-derecha. Lo que ocurre es que con los de extrema
derecha no hay medias tintas, sabes con quién te estás jugando los cuartos y
te hablan muy clarito; mientras, los super-progres pueden llegar a ser tan
de derechas como los otros, pero nunca lo reconocerán. Ese es el "plus" de
cinismo que le encuentro a la progresía de este país. Y, ¡ Qué carajo!, yo
también soy progresista, me gusta progresar en la vida, me gusta el
progreso...
¡Ah!, y por si alguien tiene la feliz idea de pensar que lo de ayudar a los
demás de mi madre viene de alguna secta rara, o del "Opus Dei", ya os digo
que en mi casa no somos muy religiosos. Yo me interesé por ello en su
momento e hice esfuerzos por comprender, y comprendí que todo lo que había
hecho hasta entonces, en relación a la vida católica, lo hice porque era "lo
normal". En cambio ahora me clasifico como agnóstico. No estoy en
condiciones de afirmar o desmentir la existencia de Dios. Por eso, todo lo
que mi madre realizó lo hizo por convicciones, por ética, por moral, porque
ella pensaba que era lo que había que hacer, y no porque nadie le dijera
cómo tenía que comportarse. En este punto aclaro que si mi padre no aparece
mucho es porque por ciertos motivos, ajenos a su voluntad y que no voy a
detallar, no pudo pasar mucho tiempo con nosotros, aunque él ha tenido mucho
que ver en lo de las comidas en mi casa.
    Bueno, a lo que vamos. Esto te lo he comentado porque me has hablado de
mis abuelos y ya puestos a recordar me han venido a la memoria todos estos
hechos. No creas que me he preocupado cuando he leido tu "trampa", más que
nada porque cuando he leido que mencionabas a mi "abuelo extraordinario"
(extraordinarios y trabajadores), he recordado a quien me inculcó esta forma
de pensar, o más bien de vivir, o sea a mi madre, y es todo un honor
compararme con ella o descubrir que alguien cree que me parezco a ella, o
que me ha encaminado en su "modo de vivir". Desde luego estoy a años luz de
mi madre. Mi paciencia tiene un límite y mucha gente confunde bondad con
candidez. También estoy muy acostumbrado a oir aquello de que si de joven no
eres de izquierdas y revolucionario es que has perdido tu juventud... Esto
nunca lo he entendido, ¿qué pasa?, ¿que tienes que esperar hasta que te
compren tu sólida ideología izquierdista y revolucionaria?, ¿tienes que
esperar hasta terminar la Universidad para tirar por el retrete todas esas
frases izquierdistas que respetías de jovenzuelo?. Pues que ideas tan poco
arraigadas. Qué poca lealtad a tus ideas y a tí mismo. Yo no me considero ni
de izquierdas ni de derechas, me parece absurdo a estas alturas entrar en el
juego de clasificarme como si fuera un archivo que va de aquí para allá.
    Hay que ver cómo me voy por los Cerros de Úbeda. Lo que quería decirte
es que mi idea de España, plural, constitucional en la que todos caben, no
necesita del pasado. Está claro que hay que conocer la Historia de tu país y
es algo que todo el mundo debería conocer y que debería incentivarse más
para evitar manipulaciones, como hacen los nacionalistas. Pero la España de
la que te hablo es la España del futuro, una España sin complejos porque ya
no tiene por qué tenerlos. Una España democrática, como es, en la que todos
cuentan. Y me niego a sentir vergüenza por enseñar nuestra bandera
constitucional que tanto sacrificio nos ha costado conseguir y que ahora
muchos super-progres-quetecagas desde los mismos púlpitos de antes critican.
He de decir que un "super-progre-quetecagas" no es lo mismo que un
"progresista". Un progresista, aunque se haya adueñado del término el PSOE
desde tiempos remotos, puede tener cualquier ideología siempre y cuando ésta
no vaya contra el progreso, o incluso puedo aceptar el término progresista
para los partidarios del PSOE. Pero "super-progre-quetecagas" son los
engendros del púlpito, los que de jóvenes "son de izquierdas",
"antimilitaristas" y "pacifistas" y que luego, de mayores, se convierten en
tipos que tienen su propia empresa armamentística en la que esclavizan a los
trabajadores de la misma. Pero eso sí, de jóvenes bien que te llamaron a ti
fascista por llevar la bandera e incluso en ese momento también te lo
llamarían mientras ellos seguirían considerándose la hostia de
revolucionarios. Por eso espero que algún día no muy lejano mostrar una
bandera de España sea de lo más normal y no suscite debates sobre la
sensibilidades de algunos, tan insensibles mientras asesinan a su oposición
política.

    Un saludo Hombre-pronto-libre, y ha sido un placer leerte.

      Robb

PD: perdona la tardanza, a mí me ha ocurrido que de ver que no contestabas
di por hecho que ya no lo harías y hoy he visto tu respuesta por casualidad.

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