Amigo Angelberto:
No me ofenden las
opiniones contrarias, ni la diversidad ideológica sino todo lo contrario.
Son un síntoma de pluralidad que no debemos permitir que se pierda. Conozco
tu estilo (llevo tiempo siguiendo este foro de forma pasiva), pero insisto,
siempre y cuando se respete al adversario, nada me ofende.
Sí me ofenden
algunas maneras, a las que hice referencia en mi anterior mensaje. Me
ofenden los autoritarismos, la soberbia de quien se cree en poder de la
verdad absoluta y de quien no admite la posibilidad de otros caminos, aun
compartiendo un mismo fin. Me entristeció oír insultos el otro día al
igual que me ha entristecido oírlos también durante la manifestación de
Pamplona en repulsa del último atentado. Sé que procedieron de
una minoría exaltada y furiosa por lo sucedido, pero no me parece justo ni
sano provocar esos lamentables espectáculos que tan sólo benefician a los
defensores de la violencia.
Mis palabras pueden
aplicarse tanto al nacionalismo como al constitucionalismo, pero en
esta ocasión, es a éste último al que me refiero. Hablo de
constitucionalismo para que nos entendamos, porque sinceramente no me
gustan las etiquetas ya que, incluyéndome en esa parte de la sociedad que
defiende la constitución y el estatuto, me considero abierta a
modificaciones que pudieran permitir que todos los ciudadanos,
independientemente de como se sientan o definan, se sintieran cómodos
viviendo en nuestro plurinacional estado. Pensar así, para algunos compañeros
de tragedia, es un síntoma de filonacionalismo que rotundamente niego, ya
que la mayor parte de los que pensamos como yo somos internacionalistas de
vocación.
Tan sólo pretendo
reivindicar el hecho de que aun compartiendo drama y objetivos con el actual
partido en el gobierno,( el final de ETA, la paz y la libertad, en
definitiva), se puedan creer en otras vías que junto a la vía policial ( y
no exclusivamente), consigan de una vez por todas acabar con tanto
sufrimiento y de paso favorecer una convivencia lo más satisfactoria
posible para todos, sin que por ello se nos acuse de
traidores o poco firmes con los asesinos y su entorno. Como dice un buen
amigo mío, nacionalistas y no nacionalistas estamos condenados a convivir,
que sea de la mejor manera posible. No al frentismo entre demócratas. Sí
al frente contra ETA.