Direcciones web El Boleto:  http://clientes.vianetworks.es/personal/angelberto   http://www.freewebtown.com/angelberto/index.htm    http://www.angelberto.da.ru
 

EN PORTADA     Foro de debate de El Boleto - La verdad sobre ETA

19 de mayo de 2007 (Angelberto)

 

Carta a un idiota

 

          Muy Señor mío:

Grandes son mis esperanzas de que al recibo de la presente haya usted mejorado algo de su mal que, aunque de difícil curación, a veces tiene ciertas posibilidades de alivio, sobre todo si procura guardarse de utilizar sus sesos del extravagante modo que hasta ahora ha venido perpetrando.

Imagino que hará caso omiso a esta misiva porque, indudablemente, su distorsionada percepción de la realidad objetiva le impedirá ver otra cosa distinta a lo que, tozudamente, le permiten sus orejeras, y que, para más señas, son esas guarniciones de vaqueta que suelen ponerse a los lados de los ojos de los burros para que sólo vean lo que tienen delante de sus hocicos y no se espanten. Pero aun así, yo le escribo, no sea que después vaya a alegar una ignorancia superior a la que, evidentemente, ostenta. 

Las ciertas puntualizaciones que quiero hacerle, en realidad son perogrulladas que cualquiera entendería, pero a la vista de su cerrazón, claramente digna del más profundo estudio psicológico, no me queda más remedio que repetirle ahora lo que tanta y tanta gente ya le ha dicho en otras muchas ocasiones, con los mejores tonos y las más diversas prosas.

Inútil sería explicarle a cualquier persona normal la diferencia entre agresor y agredido, porque hasta la más obtusa de las mentes del Reino sabe que aquí no ocurre como en ese popular dicho que, con perdón, dice: "tan maricón es el que da como el que toma", y es que, vive Dios, puedo asegurar que no es lo mismo dar un puñetazo en un ojo que recibirlo, como tampoco es lo mismo pagar un impuesto que cobrarlo.  

Pero por si no acaba de captar lo que trato de exponerle, intentaré ser un poco más gráfico. El que recibe un tiro en la nuca y acaba tan mal parado que, por lo general, sirve de abono a las malvas o termina tan vegetal como una ídem, es la víctima, y sin embargo, el que dispara la pistola es el asesino. Ya sé que para su extraño cerebro quizá sea difícil entender algo tan simple, pero sinceramente creo que debe usted hacer un esfuerzo. Preste atención, Señor mío: El que dispara la pistola, asesino, y el que recibe la bala, víctima. Asesino, pum; víctima, muerto.

Otra cosa interesante quizá fuera profundizar en el necesario discernimiento entre demócrata y antidemócrata. Sé muy bien que su concepto de democracia se aproxima más que mucho a lo que, básicamente, todos llamamos dictadura, es decir, sé muy bien que su concepto de democracia es la aceptación sin rechistar (o rechistando pero acatando) de lo que usted considera que es bueno para los demás, sin atender a algo tan elemental como que nadie mejor que esos demás saben lo que realmente es bueno para ellos. Pero aun conociendo las dificultades con que me encontraré para abundar su poquedad intelectual, voy a hacer un esfuerzo y procuraré explicarle la diferencia entre un demócrata y un antidemócrata.

Los demócratas son los que aceptan las reglas del juego marcadas por la mayoría y persiguen sus objetivos ajustándose a las normas, y los antidemócratas son los que rompen las reglas de ese mismo juego aceptado por la mayoría, ignorando las normas que les interesa ignorar para que así les resulte más fácil conseguir sus objetivos. Pero ahora que me doy cuenta, creo que he sido excesivamente profundo en mi exposición sobre la democracia para que pueda entenderlo alguien tan obtuso como usted, y por eso creo que debo ponerme a su altura y ser mucho más simple.

La democracia es como un partido de fútbol. Los dos equipos tienen que respetar las reglas y no cometer faltas, con lo que se consigue que gane el mejor o, a veces, el que más suerte tenga. Y ahora, ya metidos en materia, concéntrese todo lo posible y preste atención: ¿Qué ocurriría si uno de los equipos, con el permiso del árbitro, decidiera que puede tocar el balón con la mano, mientras el otro equipo se ve obligado a seguir escrupulosamente las reglas? Piense usted y no se precipite, ¿qué ocurriría? Voy a ayudarle porque le veo un poco espeso. Verá usted; cualquier jugador del equipo tramposo podría llegar hasta la portería contraria tranquilamente con el balón bien abrazado, y meter un gol tras otro mientras el equipo rival, el que sigue las reglas, mira impotente cómo pierde el partido. ¿Lo ha entendido ahora? ¿Ha comprendido el mensaje? ¿Y ha captado quién es el árbitro?

Agresores y agredidos, demócratas y antidemócratas, son conceptos que, para alguien como usted, tienen fronteras indistintas y ambiguas que acaban diluyéndose entre sí como si fuesen una misma cosa, e incluso, en ocasiones, su mente atormentada llega a transmutar de un modo radical la noción de sus significados, por lo que, habitualmente, acaba usted viendo el mismo intenso albor en el negro más sombrío que tenebrosa lobreguez aprecia en el blanco más inmaculado. Y precisamente a ese mal me refería al principio de ésta, del que, a pesar de su difícil curación, espero vaya mejorando, o preferiblemente sanando lo más pronto posible, y del todo, para bien de los que intentamos ver las cosas lejos de sus viejas y ajadas orejeras de vaqueta que, por lo que he oído, fueron obradas por un famoso guarnicionero allá por los revueltos años treinta. 

Sin otro particular, suyo afectísimo (sin orejeras).

          Angelberto.

 

 


http://clientes.vianetworks.es/personal/angelberto/

angelberto.es@gmail.com

Pulse para entrar en la página de inicio de la web