A menos de un año por muerto.

No me extraña que todas las mafias del mundo vean a España como el paraíso de la delincuencia y se vengan todos a vivir y "a trabajar" a nuestro país.

Como ya se ha dicho en cientos de ocasiones, este hijo de puta asesinó a 25 personas mientras formaba parte activa del comando Madrid, uno de los más sanguinarios de la organización terrorista ETA, y por esos crímenes fue condenado a unos tres mil años de cárcel, aunque, curiosamente, las vergonzosas leyes españolas le han puesto en la calle después de cumplir sólo veinte.

Hay quien dice que la culpa de esta injusticia la tuvo Franco porque su código penal era demasiado blando (manda huevos, y yo que creía que era un dictador durísimo), y por lo tanto, a los políticos de la democracia no les ha quedado más remedio que aplicar aquel código porque por aquel código se juzgó en su día a este asesino.

Independientemente de lo blando que fuese el código penal de Franco a la hora de hacer efectivas las condenas, lo cierto es que los políticos de la democracia no hicieron absolutamente nada para cambiarlo y convertirlo en algo un poco más lógico, aunque pensándolo bien, si no lo hicieron así fue, probablemente, por esa hipocresía de lo políticamente correcto que tanto practican, ya que aquellos burros quizá considerasen que no tenía demasiado sentido dedicarse a endurecer las leyes promulgadas durante una dictadura que se suponía "durísima".

La cuestión es que durante demasiados años, nuestros "maravillosos y competentes" políticos consintieron que permaneciese en la legislación española algo tan ridículo, injusto y esperpéntico como el que un asesino convicto y no arrepentido, condenado a tres mil años de cárcel por 25 asesinatos, salga a la calle después de cumplir sólo veinte y se considere que ha cumplido toda su condena. Lo dicho, ¡a menos de un año por asesinato! Estoy convencido de que no hay ningún país en el mundo donde ocurran estas subnormalidades.

Ahora los familiares de todos aquellos asesinados tendrán la oportunidad de cruzarse por la calle con el asesino, con el hijo de puta que destrozó sus vidas, y es posible que en cualquier momento se le encuentren en algún pub, en el cine, paseando por La Concha o tomándose una copita de champán con unos langostinos en cualquier terraza después de algún asesinato de ETA.

Dios quiera que a ninguno de esos familiares se le cruce un cable y le pegue cuatro tiros.

Los 25 asesinados por el criminal que la incompetencia política de España ha puesto en libertad