Era la una de la madrugada de hoy cuando, a causa de una bomba de ETA, se produjo una fuerte explosión en un repetidor de telefonía móvil, Internet y televisión, situado en las proximidades del barrio de Santa Bárbara, de la localidad guipuzcoana de Hernani, cuya localidad -curiosamente- está gobernada por uno de los partidos políticos dependientes de la organización terrorista.

De inmediato la Ertzaintza acordonó la zona y, con muy buen criterio, durante la noche los agentes se abstuvieron de reconocer el paraje donde se produjo la explosión, en previsión de que pudiera haber trampas, ya que en otras ocasiones en que, tras la explosión de una bomba, ha intervenido la Ertzaintza, siempre se han encontrado otras bombas preparadas para explosionar cuando se acercasen los agentes, cuyas bombas-trampa, por suerte, nunca han llegado a activarse.

Cuando amaneció se iniciaron las labores de rastreo en la zona en busca de más explosivos, y la primera de las bombas-trampa se descubrió junto al camino de acceso al repetidor y a unos sesenta metros de éste, oculta dentro de una mochila. De esa bomba salía un cable que cruzaba la carretera, cuyo cable activaría el explosivo en el momento en que pasase por allí la primera patrulla en dirección al repetidor.

Esta bomba estaba compuesta por ocho kilos de amonitol en el interior de un recipiente metálico que haría las veces de metralla, y se estima que la fuerza de la explosión de este artefacto podría perfectamente haber acabado con la vida de los ocupantes del vehículo que hubiera pasado por allí.

Después de localizar esta bomba, se continuó buscando por si hubiera más, y, efectivamente, en un lugar muy próximo a la primera bomba trampa, apareció otra mochila con diez kilos del mismo explosivo y otros dos kilos más de metralla. Esta bomba, como la primera, también disponía de un cable que cruzaba una senda y que sería el que activase el artefacto cuando alguien tropezase con él.

La explosión de la bomba que ETA puso en el repetidor causó importantes daños materiales, y se ha calculado que estaría compuesta por unos ocho kilos de amonitol. Con esto nos podemos hacer una idea del daño que podrían haber hecho las otras dos bombas trampa (una de ocho kilos y la otra de diez) si hubiesen explotado del modo en que ETA lo había previsto.

Últimamente el sistema de las bombas-trampa está siendo muy utilizado por ETA contra Ertzaintza, lo cual parece indicar que los terroristas se han marcado como objetivo matar ertzainas, pero no disparando sobre ellos o poniéndoles un explosivo directamente, que es la forma habitual en que ETA asesina, sino por medio de trampas que, gracias a la demostrada sagacidad de los ertzainas, siempre son descubiertas.

Todos los partidos políticos inmediatamente han condenado este nuevo atentado de ETA, con la lógica excepción de los partidos de eso que llaman izquierda abertzale y que, tal y como se ha demostrado, forma parte de la organización terrorista ETA.

Concretamente en Hernani, lugar del atentado, es alcaldesa Marian Beitialarrangoitia, del partido etarra Acción Nacionalista Vasca, cuya individua está ejerciendo el máximo cargo municipal gracias a partidos políticos tan despreciables como los propios terroristas. Pues bien, como es natural, la tal Marian Beitialarrangoitia, se negó a condenar este atentado de ETA alegando algo así como que los demócratas también ejercen la violencia terrorista contra los etarras y que se deben "superar todas las expresiones de violencia".

Esperemos que nuestro queridísimo, hábil y siempre acertado presidente Zapatero no vuelva a consentir que el mundo terrorista del País Vasco pueda llegar a ejercer cargos públicos, porque nuevamente ha quedado demostrado que es exactamente lo mismo que darle a ETA el bastón de mando.