El
afortunado día 24 de julio de 2001 (víspera de Santiago Apostol), a los
nacionalistas vascos de ETA les salieron mal las cosas (vaya por Dios...), y
los más de diez kilogramos de dinamita con los que pensaban asesinar a cualquiera
que pasase por la calle, le explotaron en las narices a una criminal
inútil. Bien podríamos decir que esta individua se tomó su propia medicina y -lo
que son las cosas- le sentó mal.
La criminal
inútil de la que hablo -esa individua despreciable- es Olaia
Castresana Landaberea, una jovenzuela de 22 años que ya había hecho sus
"pinitos" como "chica de la gasolina" provocando
desmanes y haciendo destrozos por las calles en nombre del nacionalismo
vasco de Sabino Arana.
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Olaia
Castresana integraba un comando terrorista junto a Anartz
Oiarzabal Ubierna, y ambos estaban en un apartamento de la urbanización
"Pinada Doce", de la turística localidad de Torrevieja
(Alicante), cuyo apartamento es propiedad del padre de uno de ellos.
Los dos jóvenes se hacían
pasar por turistas aunque lo que ambos llevaban como equipaje eran más de
diez kilos de dinamita que pensaban utilizar para asesinar a sangre fría a
una o varias personas inocentes.
Pero les salió mal...
¡Qué pena!.
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Eran
las cinco y media de la tarde cuando la gente que tomaba el sol
tranquilamente en la playa de la Mata se sobresaltó al oír la gigantesca
explosión. En aquel preciso momento las paredes del apartamento se vinieron
abajo y una peligrosa lluvia de cascotes voló a la calle hiriendo de
diversa consideración a varias personas -entre ellas algunos niños- que se
encontraban en la piscina de la urbanización. A la vez que caían los cascotes
ensangrentados también cayo el cuerpo mutilado y ennegrecido de la terrorista que
"trabajaba" en su máquina de matar.
Inmediatamente,
su compañero Anartz Oiarzabal Ubierna huyó probablemente con un Ford
Mondeo, color gris metalizado, matrícula 6685-BCV, y las Fuerzas
de Seguridad del Estado están tratando de localizarle.
Lo peor de este
suceso sin duda ha sido el susto que se ha llevado toda esa gente inocente
que lo único que pretendía era olvidarse un poco del trabajo diario y
pasarse unos tranquilos días de vacaciones, vacaciones que,
desgraciadamente, muchos se han visto obligados a suspender.
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Lógicamente,
tras esta metedura de pata de la tal Olaia, sus compañeros nacionalistas de
ETA han protestado enérgicamente (todavía no sé muy bien por qué) y
durante la noche siguiente, se han dedicado a quemar cajeros automáticos y
a romper escaparates y cabinas telefónicas, como si la culpa de la inutilidad de Olaia la tuviesen
unos simples cristales.
Y seguramente el partido
político de los asesinos hará homenajes a Olaia, y es posible que en
algún pueblo de ésos en los que estos cobardes mafiosos gobiernan a base de terror, le abran
las puertas del Ayuntamiento a su cadáver mutilado e incluso le den su nombre a alguna
calle... Sólo les faltará poner debajo "POR ASESINAR BIEN".
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En
fin, que la "dulce" Olaia nos ha dejado con sólo 22 añitos de vida
y se ha ido sin despedirse, seguramente al mismo paraíso al que se van esos
árabes locos y jóvenes a los que los viejos convencen para que se carguen
de explosivos y revienten al lado de, por ejemplo, un autobús escolar.
Olaia tenía la firme intención de asesinar, pero no puedo por menos que
reconocer que la verdadera culpable de esta situación absurda que estamos
viviendo en España no es ella, sino los viejos politicastros enloquecidos
que se dedican a llenar las cabezas de los jóvenes vascos de gilipolleces y
mentiras en las que siempre predomina el cuento ése de que pertenecen a una
raza especial cuya sangre tiene no sé qué RH y cuyas cabezas lucen no sé
qué tipo de cráneo...
Olaia es,
simplemente, una víctima más del nacionalismo fascista que inventó Sabino Arana
y al que con tanto acierto están dando continuidad los actuales dirigentes
nacionalistas vascos. Una pena...
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