LOS ASESINOS DE ETA SÓLO REPRESENTAN AL 8 % DE LOS VASCOS O AL 0'4 % DEL TOTAL DE LOS ESPAÑOLES

 

EL ASESINATO DEL CABO DE LA GUARDIA CIVIL JUAN CARLOS BEIRO MONTES

 

Faltaban 10 minutos para la una de la tarde del día 24 de septiembre de 2002 cuando una patrulla de la Guardia Civil con destino en el pueblo navarro de Leiza se acercó a un lugar de la carretera NA-1300, que une Leiza con la población guipuzcoana de Berástegui, donde había una pancarta de apoyo a los criminales de ETA y de odio hacia la Guardia Civil que los asesinos de ETA habían puesto allí tapando quince kilogramos de dinamita y metralla.

La pancarta estaba escrita en euskera y decía: "Gora ETA. Guardia Zibila jo eta bertan hil" (Gora ETA. Guardia Civil muere aquí), pero lo cierto es que la Guardia Civil no murió allí, la Guardia Civil continuó y continuará prestando sus servicios en Vascongadas y Navarra mientras este Cuerpo sea necesario para la nación española. 

 

El sargento comandante del puesto de Leiza y el cabo se acercaron a la pancarta con intención de retirarla, mientras los otros dos guardias civiles que componían la patrulla esperaban algo más alejados. Cuando el sargento y el cabo estuvieron suficientemente cerca, los terroristas activaron a distancia los quince kilos de dinamita que se ocultaban detrás de la pancarta hiriendo de gravedad al cabo y al sargento, y causando heridas de más leve consideración a los otros dos guardias.

Cuando la ambulancia que trasladaba al cabo al hospital de San Sebastián llegaba a la altura de Tolosa, el cabo Juan Carlos Beiro Montes falleció debido a las importantes heridas que había sufrido en el vientre a consecuencia de la metralla.

 

Juan Carlos Beiro Montes era un joven asturiano de 32 años, casado y tenía un niño y una niña gemelos de 6 años. Le gustaba mucho el deporte y solía participar en carreras de maratón. Juan Carlos sólo era un joven, como otros muchos miles de jóvenes, lleno de inquietudes y cuya máxima felicidad era ver crecer a sus gemelos. Juan Carlos decidió trabajar en un cuerpo de seguridad porque sabía que de ese modo alcanzaría la satisfacción que supone proteger y ayudar a los más débiles para lograr una sociedad más justa.

Y a Juan Carlos, asturiano, con esposa, con dos hijos, con sus padres, con un montón de amigos, con su deporte y con su arriesgada profesión de ayuda a la sociedad, lo asesinaron los nacionalistas vascos de ETA.

 

A Juan Carlos lo asesinaron esos mismos asesinos que de vez en cuando resultan detenidos mientras ejercen sus cargos de concejales batasunos, a Juan Carlos lo asesinaron esos mismos asesinos que desde la cárcel se presentan a elecciones por Batasuna, a Juan Carlos lo asesinaron todos aquellos que votan y representan a ETA, a Juan Carlos lo asesinaron todos aquellos políticos que de un modo u otro protegen la existencia de ETA-Batasuna, a Juan Carlos lo asesinaron, en fin, TODOS LOS NACIONALISTAS VASCOS.

Porque no sólo el subnormal que apretó el botón fue el que asesinó a Juan Carlos; a Juan Carlos también lo asesinó Arzallus y lo asesinó Eguibar y lo asesinó Ibarretxe y lo asesinaron tantos y tantos hipócritas de mierda que condenan los asesinatos porque eso es lo que exige la corrección política, pero que al mismo tiempo protegen a los asesinos con un vergonzoso descaro que raya la criminalidad.

 

Juan Carlos fue asesinado porque ETA jamás ha sido suficientemente atacada por la policía política del PNV (la Ertzaintza), Juan Carlos fue asesinado porque el PNV tiene prohibido a la Ertzaintza que investigue y actúe en profundidad contra ETA, Juan Carlos fue asesinado porque el PNV se puso radicalmente del lado de ETA-Batasuna y contra el Juez Instructor cuando la Justicia decidió suspender -por fin- a este partido político de asesinos, Juan Carlos fue asesinado porque ahora le correspondía a ETA "agitar el árbol" para que después Arzallus y su manada de enfermos mentales pudieran "recoger las nueces". Pero ni Arzallus, ni Ibarretxe, ni el resto de malvados hipócritas que constituyen el nacionalismo vasco parecen darse cuenta que sólo los estúpidos como ellos deciden utilizar la fuerza cuando resultan ser la parte más débil (con mucha diferencia) de la confrontación que ellos mismos están provocando.

 

Los nacionalistas vascos son tan extraordinariamente estúpidos que están convencidos de que con sus setecientos mil votos y con su grupo terrorista pueden hacer algo contra los casi cuarenta millones de españoles que en absoluto comulgamos con sus ideales fascistas ni con sus métodos mafiosos. Los nacionalistas vascos son tan extraordinariamente estúpidos que no se enteran de que, aparte de toda España, también la OTAN y la Unión Europea en pleno están en contra de ese mismo terrorismo de ETA que hoy ha asesinado a un joven guardia civil. Y los nacionalistas vascos son tan extraordinariamente estúpidos que no se dan cuenta de que quien está contra el terrorismo también está contra el que le protege... y el PNV ha dejado clarísimo que protege y protegerá a ETA-Batasuna hasta las últimas consecuencias.  

 

El PNV está tan ciego que no es capaz de ver el odio contra el nacionalismo vasco que está generando en millones de españoles, porque el haberse puesto del lado de ETA-Batasuna, ha hecho ver con claridad a muchísima gente, que antes tenía dudas, la realidad del nacionalismo vasco.

El nacionalismo vasco que actualmente conocemos se inició con el racista y fascista Sabino Arana, y su ideario político se basaba en el aborrecimiento hacia todo aquel que no fuese vasco de pura raza, odiando y despreciando incluso a los nacidos en Euskadi que tuviesen ascendientes de cualquier otro lugar de España. Pues bien, este Sabino Arana es el mismo al que los nacionalistas le han dedicado una Fundación y el mismo al que hacen homenajes, y el nacionalismo propugnado por este Sabino Arana fascista y racista es el mismo que ahora llevan a efecto los nacionalistas vascos. 

 

Los nacionalistas vascos (TODOS) son responsables de los asesinatos que se cometan desde el justo momento en que el PNV decidió ponerse claramente de parte de Batasuna y contra la Justicia democrática española, porque el hecho de enfrentarse a los que quieren apartar a los asesinos de la sociedad significa ser parte de los propios asesinos.

El asesinato de Juan Carlos es el primero del que es cómplice claro el PNV (antes también lo era pero lo ocultaba), y a partir de ahora todos los asesinatos que cometa ETA serán responsabilidad también del PNV y de todos aquellos que apoyen sus tesis de dar libertad de acción y dinero a los terroristas permitiendo que gocen de un partido político.

 

Todos los nacionalistas vascos son los responsables de que la esposa de Juan Carlos tenga que criar a sus dos gemelos de 6 años sin su padre, todos los nacionalistas vascos son los responsables de que los hijos de Juan Carlos estén preguntándole a su madre por qué no llega su papá, todos los nacionalistas vascos son los responsables de los padres de Juan Carlos jamás vuelvan a ver a su hijo, todos los nacionalistas vascos son responsables de que Juan Carlos no pueda participar en el maratón que próximamente iba a correr con sus amigos de Asturias...

TODOS son los responsables y aunque ahora digan cínicamente que condenan el asesinato no nos lo creemos, amigo Ibarretxe, no nos lo creemos... No nos podemos creer que hace una semana defendieses la existencia legal de los asesinos y que ahora los condenes.

 

Pero así es el nacionalismo vasco y así es la despreciable gentuza que lo integra. Son hipócritas, son cínicos, son mentirosos, son traidores, son cobardes... y son asesinos o protectores de asesinos.

Y después hablan de libertad, y después hablan de democracia, y después hablan del pueblo... ¿Qué derecho pueden tener a hablar de libertad, de pueblo y de democracia quienes tienen acojonada a su propia gente mediante el fascismo asesino de esa misma ETA que defienden?.

 

La pérdida de Juan Carlos es ciertamente irreparable, sobre todo para sus familiares, amigos y compañeros pero que todos sepan que estamos con ellos, que aunque Juan Carlos haya muerto él permanece y siempre permanecerá vivo dentro de todos nosotros, y su asesinato nos dará fuerzas a todos para luchar contra el fascismo nacionalista vasco que Juan Carlos combatió hasta la muerte. Que sus hijos se sientan orgullosos porque tuvieron un padre que murió por la democracia y que jamás olviden la gran responsabilidad de TODOS los nacionalistas vascos en el asesinato de su padre. Que siempre recuerden que su padre fue la víctima número 931 del nacionalismo vasco de Sabino Arana, Arzallus, Eguibar, Ibarretxe y demás "ángeles custodios" del terrorismo de ETA. 

QUE NO LO OLVIDEN ELLOS Y QUE JAMÁS NADIE LO OLVIDE.

 

Tras el asesinato del cabo de la Guardia Civil Juan Carlos Beiro Montes, los pocos vecinos valientes que hay en el pueblo de Leiza (Navarra), donde prestaba sus servicios esta nueva víctima de ETA, salieron a la calle con una pancarta para pedir la libertad de expresión y de circulación que los nacionalistas vascos le han robado a Euskadi y a una pequeña parte de Navarra.

El valor que estos pocos vecinos han demostrado está fuera de lo común porque la localidad de Leiza está literalmente secuestrada por los terroristas de ETA que han sabido meter el miedo en el cuerpo a la mayor parte de los habitantes de ese pueblo convirtiéndoles en cobardes y despreciables cómplices de los asesinatos que cometen los terroristas.

 

También en Pamplona y en numerosas ciudades españolas el pueblo se echó a la calle para demostrar su desprecio hacia el nacionalismo violento y cobarde liderado por ETA y apoyado implícitamente por Arzallus, Ibarretxe y demás despreciables personajes que integran el nacionalismo vasco de Sabino Arana. El pueblo salió a la calle para pedir de nuevo esa paz y esa libertad que el nacionalismo vasco pretende arrancar a todos los vascos y navarros por medio de mentiras, amenazas, agresiones y asesinatos.

 

Y es que el pueblo está harto de ver cómo el nacionalismo vasco se organiza una y mil veces para devorar a la democracia española y para devorar también a esos cientos de miles de vascos valientes que no se resignan a ser simples y manipulados adeptos de una secta destructiva y asesina; a esos cientos de miles de vascos valientes que no se resignan a ser los alucinados seguidores de un fascista loco que basó su invento nacionalista en el odio hacia los que no pertenecían a su raza; y a esos cientos de miles de vascos valientes que no se resignan a aceptar las tesis criminales nacionalistas en un país en el que unos asesinan y otros protegen descaradamente a los asesinos desde la fuerza que les da el poder político.

 

Sin duda alguna el pueblo está harto, y si los fascistas vascos no dejan de hacer daño a la democracia, ese hartazgo acabará provocando males irreparables que seguramente los propios nacionalistas no desearían haber provocado por muy amantes de la violencia que puedan llegar a ser.

Los nacionalistas vascos son tan extraordinariamente estúpidos que no parecen darse cuenta de que la misma capacidad que ellos tienen para asesinar y proteger asesinos también pueden tenerla los que hasta ahora vienen siendo sus víctimas, y su grandiosa estupidez no les permite ver con la suficiente claridad el hecho de que QUIEN A HIERRO MATA, A HIERRO ACABARÁ MURIENDO.

 

Los nacionalistas vascos se han sabido ganar a pulso el desprecio y el odio de decenas de millones de españoles, y si en su solemne estupidez piensan que por haber creado un grupo terrorista que se dedica a amenazar y asesinar a personas inocentes van a lograr acobardarnos es que no conocen al pueblo español ni conocen al pueblo vasco. Los nacionalistas vascos no tienen ni puta idea de lo que es la dignidad, ni el valor, ni el honor, ni la nobleza, ni la honestidad... Sin duda alguna los nacionalistas vascos (no digo los vascos) son los seres más viles, ruines, mezquinos y despreciables de todos los que pueblan y han poblado España.

 

Los nacionalistas vascos que se llaman a sí mismos "demócratas" son los mismos que pretenden demostrar su sentido de la "democracia" despreciando a los Tribunales de Justicia y cometiendo desacatos contra ellos para conseguir que nadie pueda quitarle a los asesinos de ETA su partido político. Los nacionalistas vascos han demostrado plenamente que si hay que elegir entre la defensa de un asesino nacionalista o la defensa de un inocente no-nacionalista, ellos se ponen del lado del asesino. ¿Qué otro sentido puede tener esa defensa a ultranza de los criminales de Batasuna?.

Indudablemente el nacionalismo vasco y ETA son ramas -quizá diferentes, no estoy seguro- de un mismo árbol que está podrido desde su sabiniana y racista raíz.

 

Los nacionalistas vascos (TODOS) han logrado poner en su haber un muerto más para conseguir esa imposible independencia que JAMÁS lograrán, porque somos muchos los españoles que no consentiremos bajo ningún concepto el que un grupo de individuos despreciables consiga un objetivo político basándose en la pura y simple violencia. Los nacionalistas vascos no tienen ni fuerza ni categoría suficientes para ganarle nada al pueblo español POR COJONES, y eso es lo que pretende el incauto de Ibarretxe y los pistoleros de mierda a los que con tanto ímpetu defiende este personajillo.

Pero de todos modos al nacionalismo vasco hay que agradecerle el hecho de que el pueblo español empiece a resurgir de las tinieblas en que nos metió la dictadura, porque gracias a las continuas agresiones del nacionalismo vasco, los españoles estamos empezando a perder nuestros complejos y a tomar conciencia de que somos un gran pueblo con una gran historia.

 

De todos modos, y para terminar, lo cierto es que Juan Carlos se ha convertido en una nueva víctima del nacionalismo vasco y por culpa de esa gentuza lo hemos perdido. A Juan Carlos le han perdido sus mellizos de seis años, le ha perdido su esposa, le han perdido sus padres, le han perdido sus familiares y amigos... A Juan Carlos, en fin, le ha perdido toda la sociedad española porque Juan Carlos estaba al servicio de todos... 

Por culpa del nacionalismo vasco Juan Carlos no volverá a salir de paseo con su esposa y sus hijos, Juan Carlos no volverá a las fiestas de su Asturias natal y Juan Carlos no volverá a participar nunca en la carrera de maratón de Asturias a la que no pudo asistir y en la que jamás podrá volver a participar... Y todo ello se lo debemos al nacionalismo vasco de Sabino Arana, Arzallus e Ibarretxe. QUE NUNCA SE NOS OLVIDE.

 

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