EL ASESINATO DEL FUNCIONARIO DE PRISIONES MÁXIMO CASADO CARRERA
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Máximo Casado Carrera era un funcionario más, que se limitaba a ser un buen profesional y que defendía a sus compañeros desde el sindicato Comisiones Obreras. Aparte de todo esto también era un hombre demócrata que se negaba a aceptar la dictadura del miedo impuesta por los nacionalistas vascos de ETA. Máximo Casado, en defensa de su libertad, se llegó a enfrentar a dos vecinos suyos del entorno de ETA, harto ya de sus rastreras amenazas. El comentario que puede oírse por la ciudad de Vitoria es que de ahí partieron las informaciones necesarias para consumar su asesinato. Aún no se sabe con seguridad, pero no hay que olvidar que los terroristas pusieron la bomba en el coche del funcionario, cuando estaba aparcado en el garaje subterráneo del bloque de pisos donde también viven esos dos individuos, y cuyo garaje tenía la particularidad de ser privado y cerrado a las personas ajenas a la comunidad de vecinos.
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¿Qué clase de gente puede ser la que asesina indiscriminadamente por una idea? ¿Qué clase de gente puede ser la que no duda en pactar en secreto con los asesinos? ¿Qué clase de gente puede ser la que no se inmuta cuando ve el incesante goteo de muerte y exilio que están padeciendo los vascos demócratas?. Sin duda estamos hablando de gentuza, gentuza vil y desalmada que no duda en practicar o aceptar el genocidio sólamente para tratar de que triunfe su ideal bastardo.
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![]() Pero en una demostración de serenidad y sentimiento democrático, la viuda de Máximo ha querido dejar una carta de agradecimiento y despedida para todos: Para esa Iglesia Católica vasca que tantas veces ha pasado de puntillas sobre los muertos no-nacionalistas, para los políticos de todo signo en quien a pesar de todo sigue confiando; para CCOO, el sindicato de su marido, para sus amigos, para las decenas de miles de vitorianos que protestaron en la calle contra los fascistas, e incluso para los asesinos de la persona que más quería, a quienes les ha recordado que únicamente han conseguido que se reafirme todavía más en sus convicciones y en el amor por su marido. Esta es la carta de Conchi:
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Ahora que van pasando lentamente las horas, recuerdo más que nunca aquellos versos de Miguel Hernández, en los que lloraba a la muerte de su amigo, cuando decía "tanto dolor se agolpa en mi costado que, por doler, me duele hasta el aliento". Pero desde ese dolor, sobre todo, quiero daros las gracias. Gracias a mi familia que ha sabido unir su dolor al mío. Gracias a los amigos, a los amigos de hoy y a los que también lo serán mañana. A los compañeros de Máximo, compañeros del alma, compañeros. A ti Pepe, gracias, y a todos los de CC OO porque sin vuestro calor y vuestra ayuda me siento perdida. A ti Javi, a ti Eva, a ti Teresa, a ti padrino..., a todos vosotros, amigos, que me estáis arropando cuando siento frío. A ti Subdelegado del Gobierno y a tu hija, gracias por vuestro exquisito trato y vuestra compañía. A vosotros, los políticos que me habéis visitado, qué os voy a decir, también gracias, os comprendo, y en parte mi futuro, nuestro futuro, sigue en vuestras manos. A vosotros miembros de la Iglesia, a pesar de que vuestras creencias sean distintas, gracias por vuestro apoyo humano. A ti Vitoria, a vosotros vitorianos anónimos que nos acompañasteis en la Capilla Ardiente y en la manifestación, gracias de corazón por vuestro apoyo y respeto. Ahora que me marcho, gran parte de mi vida queda aquí. Alguien dijo que detrás de todas las lágrimas se rezaga una esperanza, y así quiero creerlo. Por eso, gracias a todos, a los que llorasteis conmigo y con mis hijos, y a los que comprendéis mis lágrimas. Y a vosotros, miembros de Eta, a los que
los apoyáis, qué os puedo decir. Me habéis arrebatado lo que más quería en el mundo,
pero desde el inmenso dolor desde el que agradezco a la buena gente su solidaridad, sólo
puedo deciros que lo único que habéis conseguido es fortalecer infinitamente mi amor por
Máximo y por mis convicciones. |
![]() En la foto de abajo, los nacionalistas sonríen satisfechos de su pacto secreto... |
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