LOS ASESINOS DE ETA SÓLO REPRESENTAN AL 8 % DE LOS VASCOS O AL 0'4 % DEL TOTAL DE LOS ESPAÑOLES

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Movilizaciones por el asesinato del director financiero de El Diario Vasco, Santiago Oleaga Elejabarrieta

Como viene siendo habitual después de que los "patriotas vascos" de ETA asesinan cobardemente a una persona indefensa, la mayor parte de los vascos se manifestaron contra la barbarie de ese grupo de fanáticos asesinos al que sólo apoya en torno a un 10% de la población vasca, y es que en todos los países siempre hay aproximadamente un 10% de miserables.

En esta ocasión todos los partidos políticos -excepto el partido de ETA- se han unido para ir juntos con una sola pancarta, en protesta por este nuevo y cobarde asesinato, y todos unidos recorrieron las calles de San Sebastián diciéndoles a los asesinos que el pueblo vasco quiere que ETA desaparezca para que pueda haber PAZ y LIBERTAD para todos. Aunque, sin duda alguna, los cobardes de ETA y sus ciento y pico mil cobardes seguidores, harán oídos sordos a los millones de personas que desde hace decenas de años les están pidiendo que dejen de asesinar a gente indefensa, y estén ustedes seguros de que dentro de unos días volverán a matar a un periodista, a un empresario, a un obrero o a un concejal de pueblo en el "sagrado" nombre del nacionalismo vasco que inventó su racista ayatolah Sabino Arana.

 

A pesar de que el presidente del PNV, Javier Arzallus, y el portavoz de ese mismo partido, Iñaki Anasagasti, hayan "denunciado" públicamente la existencia en el País Vasco de grupos pacifistas que se dedican a apoyar a las víctimas del terrorismo, y que al mismo tiempo ambos hayan expresado su deseo de que esos grupos -compuestos por pacíficos vascos- desaparezcan de Euskadi, Amaia, la viuda de Santiago, debe tener la seguridad de que esos deseos bastardos jamás se cumplirán. Tanto ella como sus dos hijos Jon y Oihana, deben saber que siempre tendrán todo el apoyo de Manos Blancas, de El Foro de Ermua, de Basta Ya, de la Asociación Miguel Ángel Blanco, de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, de Covite, etc., y que jamás estarán todo lo solos que desearían que estuviesen los miserables asesinos que mataron a su ser más querido, y los paranoicos y despreciables politicastros que llegan a ver enemigos hasta en los grupos pacifistas que ayudan a las víctimas del terrorismo de ETA.

 

Ya está bien de ese PNV tan lleno de "buenos" y "malos", ya está bien de que Ibarretxe diga una cosa y al día siguiente Arzallus diga justo la contraria, ya está bien de ese PNV "a la carta" para que, tanto los vascos racistas, como los independentistas, como los demócratas y como los fascistas estén tan a gusto en el mismo partido y con su líder particular cada uno de ellos.

A ver cuándo llega el día en que los votantes del PNV se den cuenta de que entre sus correligionarios los hay que votan a Ibarretxe o a Atutxa, pero también los hay que votan a Arzallus o a Eguibar... Estoy seguro de que todos hemos oído decir a algunos nacionalistas democráticos que votan al PNV porque Ibarretxe es una buena persona, y es probable que lo sea (al menos eso representa), pero esos demócratas parecen olvidar que a la vez que votan al "bueno" de Ibarretxe, también están votando a un individuo conocido en gran parte del mundo por sus declaraciones racistas contra los vascos que no son de "pura sangre" y por sus oscuros tratos con los asesinos de ETA. Supongo que sería necesario que el PNV dijese de una vez por todas y con toda claridad si ese partido está con Ibarretxe o con Arzallus, porque mezclar esas dos tendencias en una sola es una burda maniobra únicamente útil para engañar bobos. Creo que, para ser consecuentes y evitar malos entendidos, el PNV se debería dividir en dos partidos nacionalistas y que uno de ellos estuviese representado por los Arzallus y los Eguibar, y el otro por los Ibarretxe y los Atutxa, y si no lo hacen (que no lo harán) sólo será porque saben que jugar a la indefinición en Euskadi es una baza segura, ya que en el País Vasco hay una buena cantidad de gente que, sin enterarse, parece que siempre picará el anzuelo de sus pérfidas maniobras... Vil hipocresía.

 

Y aparte de esa eterna hipocresía y de las movilizaciones de los ciudadanos vascos de bien, los periodistas también realizaron públicamente sus protestas.

Todos los periodistas de España se sintieron agredidos en su libertad tras el asesinato de Santiago, y también se movilizaron en diversas ciudades para mostrar su repulsa por este nuevo atentado de ETA contra la libertad de expresión.

Durante estas protestas el consejero delegado del Grupo Correo, al que pertenece El Diario Vasco, leyó una nota de condena que todos los periodistas (excepto los del diario Gara) acabaron haciendo suya.

 

La nota de condena decía lo siguiente:

En estos momentos de inmenso dolor, desde la más firme repulsa ante tan odioso crimen, los responsables de El Diario Vasco y de todo el Grupo Correo, los compañeros de Santiago, queremos estar al lado de sus seres más queridos, en un acto solidario con quienes más sufren su pérdida. Esta misma mañana, muy cerca de donde nos encontramos, unos asesinos sin alma le han arrancado el corazón a Amaia y han dejado sin padre a Jon y a Oihana. Y a todos nosotros nos han arrebatado un amigo irremplazable. Los asesinos de ETA han segado otra vida. Hoy nos toca de lleno a nosotros, a cuantas mujeres y hombres hemos contraído un compromiso con la sociedad vasca: servir a su convivencia y a su progreso haciendo posible que cada día fluyan libres la información y el pensamiento.

Por eso han asesinado a Santiago. Porque Santiago había asumido ese mismo compromiso que, cinco horas después de su muerte, tras estas cinco horas de conmoción y desgarro, nos ha convocado aquí para mantener su pálpito y renovar la promesa que, como profesionales de un medio de comunicación, nos hemos hecho a nosotros mismos y a la ciudadanía entera.

Por oficio y por vocación nuestro cometido es relatar con rigor y solvencia los acontecimientos. Pero hoy nuestra tarea se vuelve terriblemente difícil: tenemos la obligación de relatar al mundo que en una de las ciudades más maravillosas de la Europa democrática, un grupo de fanáticos liberticidas ha asesinado a un profesional de la comunicación, y que esa persona era nuestro Santi. Nuestro oficio es la palabra, y por eso sabemos que no hay palabras que puedan llenar -siquiera por un momento- el enorme vacío que deja la irreversible muerte de un ser humano a manos de otro.

No, no podemos llenar el vacío que el asesinato de Santiago ha dejado en todos nosotros. Lo que sí podemos, lo que sí debemos, es continuar con nuestra tarea, que era la tarea de Santi. Matándole a él sus asesinos han pretendido matarnos un poco a todos nosotros. Han pretendido matarnos en nuestra dignidad como seres humanos, en nuestra profesionalidad como periodistas, en nuestro ánimo como ciudadanos vascos. Por eso mismo, porque somos ciudadanos vascos y periodistas, es por lo que nuestro compromiso con esta tierra y, con la verdad de la vida frente a la muerte, es hoy más firme que nunca.

Tenemos el deber de recordar, hoy y aquí, que el silencio es cómplice del terror, y que por eso mismo no lograrán callarnos. Y, tras el asesinato de Santiago, tenemos el derecho de denunciar que las armas con que en este país se dispara contra la libertad de expresión y contra el derecho a la información las cargan todos aquellos que, de una forma u otra, jalean la coacción o pretenden que la opinión pública permanezca neutral ante el combate que la vida ha de librar contra la muerte. En medio de este dolor, en medio del llanto y entre emociones que necesitamos exteriorizar, debemos estar seguros de que la razón prevalecerá al final. Ese es nuestro compromiso.

 

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