1. Vicente Romero González

2. Juan García Jiménez

3. Esteban del Amo García

4. Fausto Escrigas Estrada

5. Eugene Kent Brown

6. Juan Carlos González Rentero

7. Vicente Javier Domínguez González

8. Juan José Catón Vázquez

9. Juan Mateos Pulido

10. Alberto Alonso Gómez

11. Ricardo Sáenz de Ynestrillas Martínez

12. Carlos Vesteiro Pérez

13. Francisco Casillas Martín

14. Jesús María Freixes Montes

15. Santiago Iglesias Rodino

16. Carmelo Bella Álamo

17. Miguel Ángel Cornejo Ros

18. José Calvo Gutiérrez

19. Andrés José Fernández Pertierra

20. Antonio Lancharro Reyes

21. José Joaquín García Ruiz

22. Jesús Gimeno Gimeno

23. Javier Esteban Plaza

24. Ángel de la Higuera López

25. Juan Ignacio Calvo Guerrero

Éstas son las 25 personas a las que asesinó Iñaki de Juana Chaos, y por cuyos crímenes le condenaron a 3.000 años de cárcel, aunque, por desgracia, finalmente va a ocurrir lo que nuestra legislación -injusta donde las haya- ha querido que ocurra, es decir, el asesino Iñaki de Juana Chaos va a salir de prisión después de cumplir sólo 20 años entre rejas, y además se va a permitir el lujo de ubicar su residencia en la misma calle donde viven cinco familias víctimas de ETA, en un piso que, aunque es de su propiedad, se las ha ingeniado para que esté a nombre de su novia, Irati Aranzábal Zuloaga, y de ese modo evitar pagar las indemnizaciones a los familiares de los inocentes que asesinó.

En la misma calle, a escasos cien metros de donde vivirá el asesino, tienen sus residencias Pilar Ruiz, la madre de Joseba Pagazaurtundúa, policía municipal asesinado por ETA y la mujer de Joseba con sus dos hijos; también en la misma calle viven la viuda y el hijo de Jaime Arrese Arizmendiarre, que fue alcalde de Elgoibar y al que mataron los terroristas en 1980; en el mismo portal donde vivirá Iñaki de Juana igualmente vive María Teresa Embid Melero, esposa del comandante asesinado, José María Herrera Hernández; y enfrente tiene su piso Julio Iglesias Zamora, industrial al que secuestró ETA en 1993. Probablemente Iñaki de Juana Chaos se sentirá inmensamente feliz cada vez que se cruce con alguna de esas víctimas, porque ¿qué otra cosa se puede pensar del que pedía champán y langostinos cada vez que ETA asesinaba a algún inocente?, ¿o del que, ante el asesinato de un concejal sevillano y su mujer, dijo: "Me encanta ver las caras desencajadas de los familiares en los funerales. Aquí, en la cárcel, sus lloros son nuestras sonrisas y acabaremos a carcajada limpia. Esta última acción de Sevilla ha sido perfecta; con ella ya he comido para todo el mes"?

Si analizamos un poco lo que está sucediendo con el asunto de Iñaki de Juana Chaos (igual que con centenares de otros asuntos en España), creo que podemos llegar a la conclusión de que, no es que buena parte de nuestra legislación sea claramente injusta, sino que a veces parece hecha para dañar a la víctima y beneficiar al agresor.

No sé (ni me importa) quiénes son los responsables de que un asesino de 25 personas inocentes, que en todo momento ha manifestado no arrepentirse por ello, salga de la cárcel después de cumplir solamente 20 de los tres mil años a los que estaba condenado; tampoco sé los motivos por los que se consiente que el mismo asesino se dedique a realizar equilibrios financieros para que sus propiedades estén a nombre de terceras personas y así evitar pagar las indemnizaciones; y, por supuesto, no me entra en la cabeza que alguien pueda permitir que este asesino elija para vivir su injusta libertad, una calle donde también residen varias de las víctimas de su organización terrorista. Y precisamente porque ni yo ni la mayor parte de los españoles somos capaces de entender que nuestras leyes consientan semejantes ignominias, es por lo que creo que de tanto estirar la cuerda, algún día va a acabar rompiéndose y alguien, en un ataque de justa locura, es probable que acabe creyendo que, efectivamente, la violencia es un buen modo de hacer justicia.

Nada hace más daño a la democracia que un estúpido elaborando leyes.