DIARIO EL MUNDO (28 de julio de 2003)
ES
EL PRIMER CURA EN LLEVAR ESCOLTA
El
cura de Maruri abandonará la parroquia el domingo por las presiones del entorno
etarra
Todos
los domingos se realizaban concentraciones en su contra frente a la parroquia
EFE
BILBAO.-
El párroco de Maruri, Jaime
Larrinaga, el primer cura que tuvo que llevar escolta tras sufrir amenazas de
ETA, abandonará el próximo domingo su actual destino, donde ha sido sometido
en los últimos meses a fuertes "presiones", según han explicado sus
allegados. En su última misa en este pueblo vizcaíno Larrinaga explicará a los feligreses las razones de su marcha.
Jaime
Larrinaga ya había acordado hace unas semanas con el obispo de Bilbao, Ricardo
Blázquez, su marcha de Maruri, un pequeño pueblo próximo a Bilbao, gobernado
por el PNV, del que ha sido párroco durante 34 años.
Su
decisión es consecuencia de las fuertes presiones a las que ha sido sometido en
los últimos meses. Tras cada misa dominical, un grupo de vecinos le convertían
en blanco de sus ataques a través de pasquines y concentraciones
contrarias a él. Pero Larrinaga no se quedaba solo frente a sus detractores.
Basta Ya y la Fundación por la Libertad se congregaban al mismo tiempo para
mostrar su apoyo al parróco.
La
moral de Larrinaga terminó de ser socavada por varios padres que exigieron que no
celebrara la catequesis de sus niños y, posteriormente, la Primera Comunión.
Éste, según personas cercanas a Larrinaga, fue un 'golpe brutal'.
Amenazado por ETA
La
ardua tarea de este párroco en Maruri salió a la luz pública hace un año,
cuando Jaime Larrinaga se convirtió en el primer cura vasco que requería la
protección de un escolta para garantizar su seguridad. Su desprotección se
acentuaba entonces el propio Ayuntamiento de Maruri, que acusó al cura en un
comunicado de "crear problemas" dentro de este municipio vizcaíno.
A
juicio de Larrinaga, presidente del Foro El Salvador, Jaime Larrinaga, los
nacionalistas no le han perdonado algunas de sus críticas a posturas mantenidas
por la Iglesia vasca y, por ello, pretendían "hacerle
callar la boca".
Seis
meses después, el 19 de diciembre, su nombre aparecía entre la documentación
requisada a ETA en una operación terrorista en la localidad francesa de
Tarbes.