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EN PORTADA     Foro de debate de El Boleto - La verdad sobre ETA

7 de diciembre de 2007 (Angelberto)

 

El féretro con los restos del guardia civil Fernando Trapero Blázquez, llega a la base de Getafe

Compañeros de Fernando le llevan a hombros, mientras su familia sufre este nuevo golpe del radical nacionalismo vasco de Sabino Arana.

Ayer día 6, el féretro con los restos del guardia civil Fernando Trapero Blázquez, llegaron a la base aérea de Getafe desde el hospital Côte Basque, de Bayona (Francia), donde finalmente falleció el pasado miércoles, tras el atentado sufrido el día 1 en el aparcamiento de una cafetería de la localidad francesa de Capbreton.

Tres nacionalistas vascos de ETA, aprovechando que sabían que los dos guardias civiles estaban desarmados, mataron en el acto a su compañero Raúl Centeno Pallón, y a Fernando le pegaron un tiro en la cabeza que le mantuvo debatiéndose entre la vida y la muerte durante cuatro días, hasta que finalmente murió en el preciso momento en que la Gendarmería francesa detenía a dos de los tres asesinos en la localidad de Châteauneuf de Randon, del departamento de Lozère. Como dice el padre de Fernando, parece que su hijo quiso permanecer con vida hasta saber que sus asesinos estaban entre rejas.

Secuencia de la llegada de Fernando Trapero Blázquez a la base de Getafe, y traslado a Valdemoro.

En el aeropuerto de la base de Getafe le estaban esperando sus familiares, una compañía de guardias civiles y diversas autoridades entre las que se encontraban el ministro del Interior, la presidenta de la Comunidad de Madrid y el director general de la Policía y la Guardia Civil.

Fernando fue llevado a hombros por ocho de sus compañeros del GAO, esos mismos compañeros que seguirán luchando contra los terroristas de ETA en cualquier lugar del mundo donde quieran esconderse, esos mismos compañeros que pondrán cámaras y micrófonos en los sitios más inverosímiles para tenerlos localizados y vigilados, esos mismos compañeros que oirán todas y cada una de sus conversaciones más privadas, esos mismos compañeros, en fin, que les rastrearán sin descanso desde los sitios más insospechados hasta que todos y cada uno de los terroristas de ETA acaben en prisión...

Después de un pequeño responso oficiado por el capellán castrense de la Dirección General de la Guardia Civil, Fernando fue trasladado en coche fúnebre hasta el Colegio de Guardias Jóvenes "Duque de Ahumada", de Valdemoro (Madrid), que es donde se formó como guardia civil desde que era casi un niño. En el colegio se instaló la capilla ardiente a la espera de celebrar hoy un funeral de Estado, presidido, como en el caso de su compañero Raúl, por los reyes de España.

Funeral de Estado por el guardia civil, Fernando Trapero Blázquez

Entrada al Colegio de Guardias Jóvenes "Duque de Ahumada", y formación en el patio de armas.

A mediodía de hoy, día 7, se ha celebrado un funeral de Estado por el guardia civil, Fernando Trapero Blázquez, en el Colegio de Guardias Jóvenes "Duque de Ahumada", con la presencia de sus padres, hermanos, novia y familiares.

Han presidido el acto Sus Majestades los Reyes de España y los Príncipes de Asturias, al que también ha asistido el Presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, la Vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, el ministro del Interior Alfredo Pérez Rubalcaba, el ministro de Defensa, José Antonio Alonso, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, el director del Centro Nacional de Inteligencia, Alberto Saiz, y el jefe del Estado Mayor del Ejército, Félix Sanz, entre otras autoridades.

Distintos momentos del funeral de Estado por el guardia civil, Fernando Trapero Blázquez.

Igualmente han participado en este homenaje el presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy y varios representantes más de distintos partidos políticos entre los que, curiosamente, se contaba Gaspar Llamazares, de Izquierda Unida, y, no menos curiosamente, el Fiscal General del Estado, Cándido Conde Pumpido.

Los actos han sido muy emotivos, sobre todo porque se han realizado en el mismo colegio en el que, no hace demasiado tiempo, Fernando acabó sus estudios y pasó de ser Guardia Joven a convertirse en Guardia Civil.

El féretro estuvo continuamente custodiado por un escuadrón de Guardias Jóvenes que lucían el traje de gran gala de la Guardia Civil, y en el patio de armas también le rindió homenaje el batallón de Guardias Jóvenes que, en perfecta formación, acabaron cantando el himno "Adiós Polilla", dedicado a los alumnos que, después de su período de formación, abandonan el colegio.

Durante el funeral, el rey Don Juan Carlos, le impuso -como a su compañero Raúl- la Cruz del Mérito de la Guardia Civil con distintivo rojo y la Medalla de Oro de la Policía como última recompensa por los servicios prestados a la sociedad española.

Los padres y demás familiares de Fernando y Raúl han perdido a unos seres muy queridos, pero deben saber que al menos media España les apoya y siempre les apoyará en su eterno sufrimiento, y sobre todo siempre les agradecerá el supremo sacrificio realizado por sus hijos en su lucha por la democracia y la libertad.

Y ahora, ya sabéis; cuando la madre de Fernando esté en la Asociación de Víctimas del Terrorismo, la insultáis.

Crónica de un Capitán

(publicada en Periodista Digital)

Fue un día muy gris y muy triste. Frío, como corresponde al otoño tardío de estepa castellana que es Valdemoro. Después de haber velado su cadáver la tarde y noche anterior en la capilla ardiente, que fue instalada en el Salón de Actos, llegó la hora del funeral.

Los turnos de escolta del féretro fueron establecidos desde que llegó. Siempre, cada 15 minutos: Un componente del Gao, un Policía Nacional, otro de la Jefatura de Información y un Polilla de mi Compañía. Fueron unas horas llenas de pena, de inmensa pena, donde nadie era capaz de encontrar consuelo.

Una de las innumerables coronas que acompañaban al féretro era de mi Compañía.

Los Polillas habían hecho entre ellos, sin que nadie les dijese nada, una colecta y habían recaudado 139 euros que se habían gastado en una sencilla corona que significaba su homenaje a quien entregó lo más valioso que poseía, su propia vida, por España, tal y como había jurado en nuestro Patio apenas tres años antes.

A las 9,30 reuní a los 125 alumnos de mi Compañía en la "Planilla". (Aclarar que en este Curso, que acaba en febrero, no tenemos más que una Compañía de Polillas). Les insuflé ánimos (¡¡yo, qué no tenía consuelo!!).

Todos nos juramentamos que el acto, por lo que respecta a nosotros iba a salir impecable.

A las 11,00 formación en el Patio del Corralillo.

Y a las 11,30, la entrada en el Patio de Armas. Ya estaba lleno.

Había incontables micrófonos, cámaras de TV, Unidades móviles y periodistas La Compañía de Honores, con Escuadra, Banda y Música estaba formada por Secciones..

Y alas 11,40 hizo su entrada en el Patio, a los acordes del Himno Nacional y con las armas presentadas...

Ella, nuestra Bandera, portada por el Teniente Molina, que ocupó su puesto en formación en el lugar que le concede el Reglamento de Actos y Honores Militares: A la derecha del Capitán.

Era Ella, la misma que el Polilla Fernando Trapero había jurado el día 27 de noviembre de 2004 como componente de la 87ª Promoción del Colegio. Yo tuve que dar las voces reglamentarias: "¡¡¡A la Bandera, presenten armas!!! - ¡¡¡ Guardias Civiles, Viva España!!!.

Constaté que no sólo contestaron desgarradoramente mis Alumnos.

Mi Compañía, el reglado ¡Viva! . Más, mucho más de "medio patio" gritó con nosotros, un VIVA que salía del alma, del corazón, de las conciencias.

A las 12,00 en punto ordeno al Cornetín que toque "Atención General y firmes".

Entraban en el Patio SS. MM. los Reyes, acompañados de los Príncipes de Asturias.

No hubo Honores Militares porque el verdadero protagonista del día era Fernando Trapero Blázquez. Cuando la Familia Real dio el pésame a los afligidos padres y ocuparon su lugar reservado, al lado del Evangelio, el Cornetín toca "de frente, paso lento".

Y aparece el féretro portado a hombros de sus compañeros de Promoción. La Banda de Música interpreta la Marcha Fúnebre de Chopin. Y el Patio era un puro sollozo que encogía el alma. El día se volvía más triste y más gris, por momentos.

Era el primer día verdaderamente invernal de este otoño casi atípico en Valdemoro. No hubo sol y por tanto tampoco excepciones para pasar más o menos frío según la ubicación de cada uno en el Patio. Todos iguales.

La Santa Misa se desarrolla casi en un suspiro. La homilía del Vicario General Castrense fue preciosa. La entrega de medallas por parte del Rey fue impresionante.

Pero más impresionante fue la entrega de esas mismas medallas, del sombrero y de la bandera a esos padres atribulados por parte del Jefe de Información.

Los momentos álgidos de la ceremonia se iban acercando casi sin respiro.

No me preguntéis de dónde me salió la voz de ¡¡¡"Guiones y Banderines de la Guardia Civil, rindan homenaje a los que dieron su vida por España"!!! previo a La Muerte No Es El Final.

Me salió del fondo del alma, saqué fuerzas de donde no tenía, porque me iba derrumbando, me sentía tan triste que no paraba de reñir en mi interior con Dios ¿Porqué Señor, porqué?

¡¡Les quedaba a los dos TODA la vida por vivir!!

Regresa la Banderín de mi Compañía del monolito y me dice entre dientes: "No puedo más mi Capitán, no"

Y yo le digo de la misma forma ¿Cómo crees que estoy yo? Aguanta niña. El Teniente Abanderado me dice: "Estoy llorando paisano" (Ambos somos de Albacete) y le contesto: "A mí no me quedan lágrimas".

Y eso creía yo, porque cuando empezamos a cantar el Himno del Cuerpo ya no puedo más y me derrumbo. No físicamente, que los viejos Polillas estamos hechos de una madera creo que especial., no. Me derrumbo emocionalmente.

Y las lágrimas me afloran por los ojos, me resbalan por las mejillas. Estoy al límite, esto es demasiado. Y llega el momento más difícil, yo me lo temía e incluso lo había pronosticado.

Cuando los Polillas cogen el féretro, me vuelvo y le ordeno al Cornetín: "Toca presenten y entrada al Himno Nacional" y me contesta una voz de 20 años, humilde y sana... que apenas puede contener un profundo sollozo que le sale del alma: "Si puedo mi Capitán, si puedo..."

Y le contesto, todo ello en voz muy tenue porque estamos en formación: "Tienes que poder Polilla, él se lo merece". Suena el Cornetín como si lo tocase el mismo Arcángel San Gabriel. Suena la Marcha Real y entonces, un escalofrío, que nada tenía que ver con la gélida temperatura ambiental, nos sacude a todos cuantos llenamos el Patio.

El Comandante Director Músico se pone enfrente de la formación para dirigir la Banda que comienza con los acordes del "Adiós Polilla" mientras sus compañeros de Promoción, escoltados por la Escuadra de Tapones (ya sabéis, tapones en nuestro argot, Gran Gala oficialmente).

Ni memoria ni persona recuerda momento más triste y emotivo. Ya nadie disimulaba ni falta que hacía. "Adiós Polilla, ya del Colegio te vas..." Impresionante. Y cuando creíamos que ya no nos quedaban más lágrimas, que nos habíamos quedado secos, resulta que no, que nuestra capacidad de generarlas estaba siendo puesta a prueba.

Miro a mi izquierda y veo a mi Banderín inconsolable, a mi Cornetín, detrás llorando como una magdalena y cuando miro a mi izquierda veo que el Teniente Abanderado, mi buen Molina, estaba igual o peor que yo.

Mientras canto con el alma. Como todos los Polillas que estábamos en el Patio, me fijo en que el Comandante Director Músico, al mismo tiempo que dirigía a la Banda tampoco podía contener sus lágrimas.

Creo que todos mirábamos, de forma alternativa, el féretro y el cielo. Porque el consuelo que debía de venir del Cielo ¡¿De dónde si no?¡ tardaba en llegar. "Adiós Polilla", el impagable regalo que el Maestro Grau hiciera al Colegio hace más de 25 años sonaba más que acanto, a oración. "Adiós Polilla, no dejes de recordar que España entera puso en ti su confiar...".

Adiós Polilla..." , nunca una canción que nació con vocación de marcha tuvo mayor significado emocional en una despedida, un adiós como este para el que no fue compuesta. Son las paradojas de la vida, las cosas no son a veces como nos parecen o como deseamos.

Adiós Fernando, descansa en paz y que los que han cometido este crimen tan horrendo y el de tu compañero Raúl no tengan nunca ni el descanso ni el perdón. Ni ellos ni quienes les alientan, les ayudan, les "comprenden", o los justifican y están dispuestos a pactar con ellos otra cosa distinta que no sea cuándo y dónde entregan las armas para someterse al imperio de la Ley.

Dios mío danos consuelo, que ya no podemos más. Que es una prueba demasiado grande, que ya son 207 muertos los que nos han hecho estos canallas en casi 40 años... que esto es una prueba demasiado grande.

Entonces el relator me saca de mi aturdimiento cuando dice "La Compañía de Honores se retira del Patio". Mando derecha y de frente. No suena marcha alguna, tan sólo los tambores. Nadie estaba para fiestas. Nos vamos a la puerta de la Escuela de Especialización.

Allí, en la intimidad, despedimos a la Bandera que ha estado tan triste como nosotros, porque "uno de los nuestros", había cumplido lo que le juró no ha mucho en el Patio:
"Entregar, si preciso fuera, hasta la última gota de su sangre en defensa de la Patria". Inmediatamente, una de las tres Secciones de la Compañía se embarca en el microbús rumbo a El Tiemblo para asistir al sepelio de Fernando.

Allí, en el Cementerio, hermanados todos los Polillas de cualquier edad y condición, por expreso deseo del padre, vuelven a cantar más con el corazón que con la voz, que la mayoría ya tenían rota. "Adiós Polilla..." Y cuentan los que asistieron, que allí estaba el pueblo entero y que nadie tenía consuelo.

Que Dios te bendiga Fernando, Polilla, discípulo, amigo... Y a nosotros que nos de fuerzas para seguir en esta lucha en la que tantas veces nos sentimos tan solos. Que tu memoria, la de tu compañero, nuestro compañero Raúl Centeno y la de los demás Guardias Civiles que han sido víctimas de tanta maldad a lo largo de tantos años, pervivan entre nosotros por siempre.

Creo que desde que enterré a mi padre, allá en 1970, cuando apenas me faltaban tres meses para salir del Colegio, nunca había vivido una mañana tan triste y tan desconsoladora. 

 


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