Ayer, día 27 de junio, el lehendakari del PNV, Juan José Ibarretxe, presentó en el Parlamento vasco un proyecto de ley para realizar una consulta popular que tiene como claro fin la independencia que siempre persiguió el fundador de su partido, Sabino Arana, a pesar de que Ibarretxe y sus acólitos saben muy bien que al menos la mitad de los vascos son claramente contrarios a que el País Vasco se separe de España.

Dejando aparte que, en mi opinión, no está demasiado claro que cualquier pueblo que se lo proponga tenga derecho a la independencia (¿Álava o Baracaldo tendrían derecho a la independencia? ¿Y Villacascabotijos de Arriba?), la verdad es que estoy convencido de que si la consulta se realizase en los términos que realmente busca Ibarretxe de "independencia sí o no", el resultado sería un NO como una casa porque la mayoría de los vascos no son tan retrasados mentales como creen los dirigentes nacionalistas. De todos modos, lo cierto es que en nuestra democracia esas consultas son ilegales y, al parecer, esta vez el Gobierno central sí va a hacer la correspondiente impugnación ante los tribunales, y esta nueva gilipollez de Ibarretxe -como todas las demás- se va a quedar en nada.

Pero a pesar de que los diputados nacionalistas saben perfectamente que esta idiotez no va a llegar a ninguna parte, han seguido con su aquelarre particular, recabando apoyos entre los que más odian a los españoles y a su nación, y gracias a los votos de los comunistas (cómo no) y a un deliberadamente ajustado voto de los proterroristas, han conseguido la mitad más uno de los votos del Parlamento vasco para sacar adelante el proyecto de ley.

Como es natural, Ibarretxe ha demostrado sentirse extremadamente feliz por este resultado, y es evidente que no le da la más mínima importancia a que su victoria haya sido tan escasa, porque para él la mitad más uno o una de los diputados y diputadas vascos y vascas, significa que "todos" los vascos, "todas" las vascas, "todos" los vasquitos y "todas" las vasquitas del País Vasco quieren dejar de ser españoles y españolas, españolitos y españolitas (joder, qué largo se me hace hablar de esta manera...). Pero hablando a lo ganso o hablando como se debe, lo cierto es que no queda más remedio que admitir que así de manipulador es Ibarretxe y así de manipulador es todo el nacionalismo vasco.

Las preguntas de la "consulta" de Ibarretxe

La cuestión es que Ibarretxe ha previsto proponer las siguientes preguntas en la consulta que quiere celebrar el próximo 25 de octubre:

1ª.- ¿Está usted de acuerdo en finalizar un proceso de final dialogado de la violencia, si previamente ETA manifiesta de forma inequívoca su voluntad de poner fin a la misma de una vez y para siempre?

2ª.- ¿Está usted de acuerdo en que los partidos vascos, sin exclusiones, inicien un proceso de negociación para alcanzar un acuerdo democrático sobre el ejercicio del derecho a decidir del pueblo vasco, y que dicho acuerdo sea sometido a referéndum antes de que finalice el año 2010?

Me da la impresión de que Ibarretxe no está demasiado convencido de las ansias de independencia del pueblo vasco, y quizá por eso necesite de tantas y tantas palabras para preguntar algo tan simple como "¿Quiere usted la independencia del País Vasco?". De todas formas creo que conviene analizar un poco las preguntas propuestas por Ibarretxe.

En primer lugar utiliza la expresión "final dialogado de la violencia" (que, por cierto, suena muy bien), cuando en realidad quiere decir "final negociado de la violencia", lo que significaría que la organización terrorista ETA ganaría algo en dicha negociación, porque es evidente que en todas las negociaciones siempre se gana algo. Y siendo así, mis preguntas son: ¿El terrorismo es un buen sistema para ganar algo? ¿Debemos utilizar el terrorismo para ganar algo?

En cuanto a "la voluntad inequívoca" de ETA para poner fin a la violencia, es para descojonarse de risa porque después de tantas "voluntades inequívocas" de ETA de dejar la violencia en sus "treguas", lo cierto es que siempre han acabado con el asesinato de inocentes. Y siendo así, ¿deberíamos creer a ETA si dice que va a abandonar la violencia?

También se detecta en las preguntas de Ibarretxe que quiere que los terroristas permanezcan siempre en las instituciones, cuando matiza: "...los partidos vascos, sin exclusiones", y ya es el colmo de la demagogia cuando habla del "derecho a decidir del pueblo vasco", como si el pueblo vasco fuese el único pueblo del mundo que tiene derecho a decidir. Con esta última idiotez -que tanto repiten los nacionalistas- está dando por hecho que el pueblo español no tiene derecho a decidir sobre su territorio, o que sólo la mitad de los vascos que votan al nacionalismo y al comunismo tienen categoría de "pueblo vasco", mientras que esa otra mitad de vascos socialistas o populares, son gente de segunda categoría que no es digna de ser tenida en cuenta.

La cuestión es que, ya que Ibarretxe no tiene huevos para proponer una sola pregunta de forma directa que dijese: "¿Quiere usted la independencia del País Vasco?", lo que debería hacer es decir lo que realmente quiere decir sin enmascarar las palabras. Las verdaderas  preguntas de Ibarretxe, ya sin máscara, son éstas y deberían haber quedado de este modo:

1ª.- ¿Está usted de acuerdo en dar a ETA algo de lo que pide para que deje de matar?

2ª.- ¿Está usted de acuerdo de que ETA esté en el parlamento y que entre todos votemos que el pueblo vasco tiene más derecho a decidir que cualquier otro pueblo, para después hacer un referéndum por la independencia antes de 2010?

A poco que analicemos todo lo que hace esta gentuza es evidente que hay que llegar a la conclusión de que los nacionalistas son individuos -e individuas- verdaderamente repugnantes... ¿A que sí?

El PNV victimiza a los terroristas para congraciarse con los partidos de ETA y ganar su apoyo

Y para conseguir sus fines fascistas, Ibarretxe y el resto de nacionalistas no han dudado nunca en hacerle, de vez en cuando, guiños a los terroristas de ETA, y todo apunta que lo hacen porque reconocen que sus asesinatos han sido de gran utilidad, sobre todo para ayudar al lavado de cerebro nacionalista sobre las mentes más débiles y cobardes del País Vasco. Y el último de estos guiños -pagado con el voto necesario del PCTV en esta última votación parlamentaria- ha sido el protagonizado por Jon Landa, el nacionalista Director de Derechos Humanos del Gobierno vasco, que, dirigido por la maquinaria nacionalista, ha propiciado la presentación de un proyecto de ley el pasado día 19 en el Parlamento vasco, en el que se reconoce como víctimas de la violencia policial a los terroristas heridos o muertos en enfrentamientos con la policía.

Estos -como siempre- impresentables nacionalistas han confeccionado una lista de "víctimas policiales" de nada más y nada menos que 82 muertos y 344 heridos, todos ellos vinculados al mundo terrorista, de lo cual culpan a las Fuerzas de Seguridad del Estado, para tratar de establecer una infame equidistancia entre los terroristas asesinos y la policía democrática, como dando a entender que los policías y resto de inocentes asesinados de un tiro en la nuca o de un bombazo, son igual de víctimas que sus asesinos muertos o heridos en enfrentamientos que, en demasiadas ocasiones, eran consecuencia de la respuesta de la policía a una agresión previa, o bien de un simple accidente.

Lo más curioso del asunto es que en muchísimos de estos casos jamás se realizó ninguna denuncia contra la policía, y la mayor parte de las veces que pudo denunciarse algo, o bien fue archivado por los jueces por falta de pruebas o bien los policías resultaron absueltos. Igualmente, y para amontonar más mezquindad, el Gobierno vasco incluye en este bodrio repugnante los miles de denuncias por "torturas" que, por orden de la cúpula de ETA, todos y cada uno de los miembros del mundo terrorista denuncian cuando son detenidos, a pesar de que siempre se les trata con las debidas garantías constitucionales.

Como puede comprobarse, es difícil encontrar algo más podrido y asqueroso que el nacionalismo vasco y todos los que lo integran.