E.T.A. ENVÍA PAQUETES-BOMBA A PERIODISTAS VASCOS DE LA PRENSA DEMOCRÁTICA
El
día 17 de enero de 2002, los nacionalistas vascos de ETA pusieron en
circulación tres mortíferos paquetes bomba cuya misión era asesinar a
tres periodistas vascos de medios de comunicación democráticos (es decir,
no nacionalistas).
En cada uno de los paquetes los terroristas ocultaron doscientos gramos de dinamita con un dispositivo para que explotasen al ser abiertos, y a continuación le encargaron a una de sus asesinas que se los enviase a través de una empresa de mensajería a Santiago Silván (de Radio Nacional), a Marisa Guerrero (de Antena 3 Televisión) y a Enrique Ybarra (del Grupo Correo).
La perspicacia de Santiago Silván sirvió para salvar su vida y, al mismo tiempo, para salvar también las de sus colegas, ya que sospechó del paquete desde el primer momento en que le vio en su domicilio de Getxo (Vizcaya). Venía remitido por la patronal vasca Confevask y tenía un tamaño algo menor que el de una caja de zapatos.
Santiago Silván inmediatamente pasó aviso a la Ertzaintza y en seguida descubrieron que se trataba de una bomba con dinamita suficiente como para asesinar a la persona que abriese el paquete. Las gestiones policiales realizadas a continuación en la empresa de mensajería sirvieron para detectar que el paquete dirigido a Santiago Silván había sido facturado por una mujer, la cual, al mismo tiempo, facturó otros dos para Marisa Guerrero y Enrique Ybarra.
El paquete dirigido a Marisa Guerrero fue localizado en su domicilio de Leioa-Lejona (Vizcaya), el cual todavía no había sido abierto porque la periodista se encontraba fuera de casa. Y el que debía ser entregado a Enrique Ybarra, también en Getxo (Vizcaya), fue interceptado cuando aún se encontraba en la furgoneta del repartidor.
Con
estos intentos de asesinatos de periodistas vascos democráticos, ETA no nos
descubre nada nuevo porque todos sabemos (Arzallus también) que son
fascistas, asesinos y mafiosos, y ya en otras ocasiones han demostrado que
sus únicos argumentos contra las opiniones de los demás son las pistolas y las
bombas.
Debemos recordar que ETA ha asesinado a varios periodistas entre los que podríamos citar a José María Portell (de La Gaceta del Norte), a José Luis López de la Calle (del Diario El Mundo) o a Santiago Oleaga (de El Diario Vasco). Tampoco podemos olvidarnos de aquellos que tuvieron más suerte y consiguieron salvar su vida después de acabar mutilados o cobardemente tiroteados por los gudaris de ETA, entre los que cabría destacar a José Javier Uranga (de El Diario de Navarra) o, más recientemente, a Gorka Landáburu (colaborador de Onda Cero). Y, desde aquí animo a que sigan luchando contra ese repugnante fascismo que representa el nacionalismo vasco encabezado por ETA, a esos otros periodistas que se han salvado de milagro de las criminales intenciones terroristas como, por ejemplo, Luis del Olmo, Juan Francisco Palomo, Aurora Intxausti, Carlos Herrera, Antonio Burgos, y tantos y tantos otros que los terroristas de ETA han declarado enemigos del nacionalismo vasco y han condenado a muerte por pensar de un modo distinto a ellos Y POR ATREVERSE A DECIRLO.
Lo único que puedo hacer desde estas líneas es manifestar mi más profunda solidaridad con los periodistas democráticos y asegurarles que se están portando como auténticos héroes dignos de la más grande admiración. Y una mención especial para Enrique Ybarra que, aparte de sufrir el desasosiego de saberse amenazado de muerte, tuvo la desgracia de que el nacionalismo vasco violento secuestrara a su padre Javier Ybarra el día 20 de mayo de 1977 y se lo entregara asesinado un mes más tarde.
Que Enrique y todos sus compañeros y colegas tengan la seguridad de que los demócratas estamos y estaremos siempre con ellos, y que con ellos lucharemos hasta que consigamos la plena libertad, cueste lo que cueste.
