El
día 28 de junio de 2001 los nacionalistas vascos de ETA le pusieron una
bomba al General Justo Oreja Pedraza para reivindicar la independencia del
País Vasco. Como bien es sabido por todos, la sección más violenta del
nacionalismo vasco viene reivindicando ese "derecho" inexistente
desde hace más de treinta años, y para defender sus ideas no ven otro modo
mejor que matar gente inocente.
Desde Sabino Arana,
los nacionalistas (que son menos de la mitad de los vascos), se han
organizado en bloques más o menos violentos para conseguir a toda costa sus
fines, y lo sucedido el día 28 de junio de 2001 es un nuevo paso en la
estrategia fundamental que los nacionalistas están llevando a cabo para
lograr la independencia. Es la conocida estrategia del terror fascista.
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Como
los nacionalistas vascos de ETA ya han acojonado a una buena cantidad de
vascos y -a base de amenazas- les han "convencido" para hacerse
nacionalistas, lo que ahora están tratando de hacer es amedrentar al resto
de los españoles y, a poder ser, también al Ejército. Los nacionalistas
vascos de ETA están firmemente convencidos de que asesinando a Generales
del Ejército, pronto verán doblegarse a la nación española. No debemos
olvidar que la opinión que los nacionalistas vascos tienen del resto de los
vascos y españoles es que somos gentuza cobarde,
torpe, sucia y miserable, y por eso no es de extrañar que estén
convencidos de que sembrando el terror, muy pronto lograrán la
independencia.
Supongo que eso debe creer
también el PNV...
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La
verdad es que no sé si los nacionalistas vascos estarán acertados o no en
sus apreciaciones con respecto al resto de los españoles, pero lo cierto es
que hasta ahora los únicos que han demostrado una cobardía extraordinaria
han sido precisamente ellos (Pulse sobre los hipervínculos "La
personificación de la cobardía", "Monumento
a la cobardía"), y la verdad es que su modo de actuar en absoluto
demuestra que estén dotados de una especial inteligencia (tenemos un
ejemplo clarísimo en el presidente del PNV, señor Arzallus).
En fin, que la
burda estrategia del nacionalismo en esta ocasión ha centrado sus iras en
un General que estaba a punto de jubilarse y al que la locura sabiniana
que padecen la inmensa mayoría de nacionalistas vascos le han impedido
disfrutar de esa vida de retiro a la que -creo- tenemos todos perfecto
derecho.
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A
las ocho y media de la mañana del día 28 de junio de 2001, el General
Justo Oreja salió de su domicilio de la madrileña calle
López de Hoyos, y a la altura de número 138, al pasar al lado de una
bicicleta de montaña que se encontraba aparcada junto a una farola, una
mochila que se estaba atada a ella hizo explosión alcanzando de lleno al
General e hiriendo de diversa gravedad a otras veinte personas que pasaban
por allí.
La mochila contenía unos
cuatro kilos de dinamita, y la bomba fue activada por un
joven vestido de ciclista que instantes antes había dejado la bicicleta
en el lugar de la explosión.
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A
pesar de la violencia de la explosión, el General no murió en el momento
del atentado y fue trasladado junto al resto de los heridos al hospital La
Paz con quemaduras en el 50% de su cuerpo y traumatismo craneoencefálico.
Un mes justo
mantuvieron los médicos con vida al General, y el día 28 de julio de 2001,
los nacionalistas vascos de ETA lograron añadir a su
negra lista otra nueva víctima inocente, víctima que -según ellos-
les ayudará mucho en su delirante "construcción nacional".
Y supongo que
el PNV también creerá eso...
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La
cuestión es que ese nacionalismo vasco que con tanto odio inventó Sabino Arana,
se ha llevado una nueva víctima para "mayor gloria" de sus ideas
de pureza racial, y la sangre de este General, roja como la de los vascos
más puros, ha regado las calles de Madrid para que todos tengamos presente
cómo se las gastan los nacionalistas vascos cuando no se les da todo lo que
piden...
Los nacionalistas vascos no
entienden que el resto de los españoles (tan "cobardes" y tan
"torpes" como somos) todavía no nos hayamos rendido ante el
"buen porte y la elegancia" de los "gudaris" del
nacionalismo, y que aún sigamos negándonos a hablar con ellos sobre la
independencia del País Vasco, y es que son tan sumamente cortos de
entendederas que no son capaces de comprender que el País Vasco no es de su
propiedad, que el País Vasco forma parte de España desde hace varios
siglos y que cuatro chiquillos ignorantes, embrutecidos por cuatro viejos
chochos, jamás podrán cambiar eso por muchas bombas que pongan y por
muchos Generales que asesinen.
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Y
en este caso el General al que los nacionalistas vascos han asesinado era un
hombre culto, licenciado en Derecho, Periodismo y Ciencias Sociales, y
diplomado en la Escuela de Prácticas Jurídicas. Nació el día 5 de
octubre de 1938 en Aldeavieja de Tormes (Salamanca), estaba casado y tenía
cuatro hijos.
Prestaba sus servicios en el
Cuerpo de Intervención General del Ministerio de Defensa como jefe de la
División de Estudios de la Defensa, y pensaba jubilarse dentro de pocos
meses.
El General Justo era un
hombre ávido por aprender y deseoso de enseñar pero lo peor del
nacionalismo vasco -que es mucho- le ha segado la vida y las ilusiones
porque sus alucinados integrantes están convencidos de que así
conseguirán más fácilmente una independencia que -a pesar del terror que
imparten- sólo es deseada por menos de la mitad del pueblo vasco y por
prácticamente nadie del resto de España.
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La
estrategia del nacionalismo vasco está muy bien estudiada: Ganar adeptos a
base de terror, y cuando sean la mitad más uno, exigir la
independencia.
Es evidente que
todos los nacionalistas tienen como fin la independencia del País Vasco y
lo curioso es que en absoluto parecen ser conscientes de que sólo son
votados en las elecciones por un 40% aproximadamente de los vascos (pulse
aquí para conocer los resultados de las últimas elecciones, elecciones que
los nacionalistas consideran el mayor éxito de su historia), y la
cuestión es que, a pesar de todas las evidencias, se empeñan en exigir una
independencia a la que, por supuesto, no tienen el más mínimo derecho.
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Porque
lo cierto es que, después de conseguir esa hipotética e imposible
independencia, nadie sabe muy bien qué es lo que los nacionalistas vascos
tienen pensado hacer con la provincia de Álava, por ejemplo, o con ciudades
como San Sebastián, Bilbao, Portugalete, Baracaldo, Irún, Santurce...
Donde la mayor parte de los vascos que allí viven votan a partidos
no-nacionalistas. ¿Acaso les dejarían hacerse también independientes? ¿O
quizá les seguirían matando -como hacen ahora- para acabar poco a poco con
la oposición?. La verdad es que las intenciones del nacionalismo vasco son
un verdadero misterio, aunque conociéndoles como les conocemos, no sé por
qué me da la sensación de que esa hipotética e imposible vida en un País
Vasco independiente sería una especie de continua "Palestina"...
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El
nacionalismo vasco se desenmascaró cuando, en bloque, todos los
nacionalistas (violentos y pseudodemócratas) firmaron el Pacto de Estella/Lizarra
para formar una especie de organización que luchase desde todos los frentes
contra los vascos que no se dejaban acojonar y que no compartían las ideas
nacionalistas. El nacionalismo vasco dejó muy claro entonces que lo más
importante para ellos era la independencia y que "unos
agitarían el árbol para que otros pudieran recoger las nueces",
es decir, que unos nacionalistas debían asesinar para que los otros
nacionalistas recogieran los frutos del terror, o dicho de otro modo, había
que asesinar para que el nacionalismo vasco ganase adeptos venidos del miedo
a ETA y, de este modo, poder recoger algún día el fruto de la independencia en un
referéndum votado por un montón de cobardes.
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Y
lo curioso es que los nacionalistas vascos se extrañan cuando se les dice
que eso de la independencia lo dejen en la alacena de los sueños, y con
caras de idiotas preguntan: "¿Por qué?" "si los vascos
serán lo que los vascos quieran ser". Claro, señor Ibarretxe, claro.
Los vascos serán lo que los vascos quieran ser pero no sé si usted se ha
dado cuenta de que hay un pequeño detalle que hace imposible "que los
vascos sean lo que quieren ser", porque no sé si usted se ha dado
cuenta de que desde hace más de treinta años hay un grupo de nacionalistas
vascos que están sembrando el terror en Euskadi, y que al que no es
nacionalista y se atreve a defender sus ideas, simplemente lo asesinan.
¿Cómo pretende usted, señor Ibarretxe, que los vascos puedan mostrar su
forma de pensar mientras haya nacionalistas asesinos que se encargan de
quitarlos de en medio?.
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No,
señor Ibarretxe, no. Usted sabe igual de bien que yo que bastante más de
la mitad de los vascos que votan nacionalismo lo hacen desde el miedo a que
si son otra cosa pueden ser asesinados o marginados. Usted sabe muy bien,
señor Ibarretxe, que en el País Vasco no hay libertad de pensamiento y que
los resultados de las elecciones ni son tan buenos
como ustedes hubieran deseado, ni reflejan en absoluto la auténtica
realidad del pueblo vasco. Usted sabe muy bien, señor Ibarretxe, que si ETA
no hubiera existido nunca, el nacionalismo vasco no tendría ni la cuarta
parte de la fuerza que tiene, porque el nacionalismo vasco actual -su
nacionalismo- está vergonzosamente construido sobre
centenares de personas inocentes asesinadas.
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¿Pero
de qué independencia hablan ustedes? ¿Cómo se atreven a plantear
semejante asunto? ¿Acaso no ven que su nacionalismo ha manchado nuestra
democracia con miles de litros de sangre inocente? ¿Acaso no se dan cuenta
de que la mayor parte de los vascos en el fondo no piensan como ustedes?
¿Qué es lo que realmente pretenden conseguir? ¿Una guerra? ¿Quizá por
eso sus socios han asesinado a este General?.
Pues no, señor Ibarretxe,
no. No habrá ninguna guerra. Simplemente se cumplirá la ley democrática
que entre todos los españoles hemos elegido, porque somos una inmensa
mayoría los que queremos que nuestra democracia y nuestra Constitución
sigan adelante y que la paz sea un objetivo prioritario en nuestra España
común. Sí, común, porque, señor Ibarretxe, toda España es tan suya como
mía, y todo el País Vasco también.
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No
crea usted, señor Ibarretxe, que esta muerte va a significar algo más de
lo que significó la de los obreros de Martutene
o la del cocinero del barrio de Loyola, en
absoluto. Este General es tan sólo una víctima más de la sinrazón del
nacionalismo vasco, y desde el primer General de España hasta el último
soldado, todos ellos continuarán en sus cuarteles cumpliendo con su
obligación de defenderle a usted, señor Ibarretxe, y al resto de los
españoles, porque para eso están los ejércitos en todos los países del
mundo, para defender a sus ciudadanos y para ayudarlos cuando las
circunstancias sean tan graves que así sea necesario.
Siga soñando,
señor Ibarretxe, siga soñando, pero tenga la seguridad de que el
nacionalismo vasco jamás conseguirá sus propósitos bastardos, y lo peor
de todo para usted es que esa imposible posibilidad la han alejado infinita
y definitivamente sus socios violentos del Pacto de Estella/Lizarra.
Qué se le va a
hacer...
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